Antes de encontrar novia, tener un hijo y todo el resto de estupideces que hundieron la saga a partir de la cuarta entrega, Chucky pasó ni más ni menos que por una academia militar en busca de Andy (¿cogerían los que hicieron "Toy story" este nombre por ser propietario del famoso muñeco?).
El protagonista fue idiota al final de la segunda película y no destruyó el corazón, así que todavía quedaban restos del espíritu de Charles Lee Ray para seguir dando la tabarra y haciendo de las suyas.
Al igual que en la segunda parte, todo rastro de terror es pura coincidencia. El asesino, cada vez que habla, sube el pan, con su humor negro y uso de palabrotas, que no deja de tener cierta gracia, la verdad.
Partiendo de esta base y visto lo visto, solo nos queda ver si al menos la película es entretenida. Y creo que, dentro de lo que cabe, lo es.
El nuevo entorno y personajes le dan mucho juego a Chucky, que en esta ocasión tiene más mala leche que nunca. Parece que a Don Mancini le gustó "La chaqueta metálica", pues aprecio muchos guiños al respecto. A su manera y en su estilo, el film es divertido, teniendo en cuenta que no deja de ser un productillo de serie B al que no se puede tomar excesivamente en serio. Incluso noto una cierta crítica a la (en ocasiones muy estúpida) disciplina militar.
Al final, lo que me resulta menos creíble de todo es que el chico negro esté ahí, pues lo veo demasiado joven respecto a los demás chavales.
Y hasta aquí he llegado con mis reseñas y revisionados de la saga. Las siguientes, aunque no las he visto todas, me consta que son bodrios absolutamente infumables. Y es que, hablando de fumar, no hay nada más dañino para las sinapsis neuronales que ver a una muñeca pintarrajeada aspirando humo de tabaco al son de una música erótica mientras Chucky se pone a cien. ¡Me planto con esta tercera!