Por fin tenemos el regreso de uno de los mejores personajes del “MCU” que siguen vivos, cuya primera parte fue bastante buena, así como su participación (pequeña, pero clave) en las de los vengadores.

Sigue un poco la línea abierta en “Spider-man: No way home”. La exploración del multiverso permite a Marvel tener un campo abierto prácticamente infinito para seguir desarrollando sus historias y personajes, que nos van a enterrar a todos y ahí seguirán.

Benedict Cumberbatch está genial, como siempre, en su papel, pero también Elizabeth Olsen y Rachel McAdams.
El humor sigue estando mucho más comedido que en otras, y eso me gusta. El multiverso está en peligro, y no es plan de estar con chistecitos todo el rato.

El desarrollo de la película, aunque parezca mentira a estas alturas, no es lo mismo de siempre. Todos los personajes tienen sus motivaciones muy claras, y el planteamiento de las situaciones, así como de las escenas de acción, me parece bastante original. Particularmente, me ha gustado mucho el combate con notas musicales mientras suenan extractos de música clásica. Francamente curioso y les ha quedado muy bien la secuencia.

En ritmo, está bastante bien. De esta podrían aprender mucho “Eternals” o la de los diez anillos, por nombrar solo un par de ellas más recientes. Cuando la acción flojea un poco, el argumento lo compensa, y por supuesto ahí tenemos apariciones estelares para que los fans más acérrimos lo flipen y se les ponga el vello de punta.

La música pasa de Giacchino a Danny Elfman, pero también realiza un buen trabajo, digno incluso de escucharse fuera de la película.

Y aunque Raimi está bastante contenido, también hay alguna que otra ocasión para que salga su vena más frikie y bizarra (ver “spoilers”).

En definitiva, una de esas películas de Marvel que hacen tan exitosa a la productora. Esta no es de sus también habituales pinchazos, sino que merece la pena.