Cuando en una familia o grupo de amigos solo hay cotilleos, celos, envidias e hipocresía, ¿no sería mejor dejar de celebrar la Navidad? Pues parece que es obligatorio aguantarse mutuamente, sobre todo si se está acabando el mundo.
Estamos ante una comedia inglesa de humor negra de estilo un tanto extraño y atípico.
Destaca Keira Knightley, una estupenda actriz que últimamente ha reducido mucho sus apariciones en el cine.
El sentido del humor es muy peculiar y personalmente no me ha hecho ninguna gracia.
La película deriva luego en un rollo dramático apocalíptico un poco rarillo.
Entre diálogos de “cuñado” (hasta los niños son más listos que los políticos), y reflexiones existencialistas, no termina de quedar claro el tono del guion o lo que realmente pretenden transmitir al espectador. Tanto salto del drama a la comedia descoloca bastante, y me saca de la escasa historia que tiene. Me terminan dando igual los rollos familiares, discusiones y trapos sucios, cuando en la siguiente escena se llevan estupendamente. No cuadra.
Resulta ser una película difusa y bastante aburrida, mezclando géneros de mala manera, y que no tiene ni la gracia ni la profundidad dramática o filosófica que parece querer alcanzar.
Contrasta tanto entre sus polos serios y cómicos, que esto no hay quien se lo crea.