Si uno de los elementos claros de todo buen thriller que se precie es jugar con el engaño y la sorpresa, esta película lo hace por partida doble.
Sorprende con su resolución, como debe ser.
Pero también sorprende con su propia estructura, porque en el primer tramo de la película todo parece que va a seguir en la línea de los tópicos y clichés del género. Tiene toda la pinta de que va a ser una de suspense convencional. La típica en la que hay un lobo con piel de cordero que se inmiscuye en la tranquila vida de la familia protagonista. Afortunadamente, luego tiene los suficientes cambios para que resulte interesante y merezca la pena verla.
Del trío protagonista, creo que la que mejor lo hace es Rebecca Hall, pues sus dos compañeros son un tanto fríos. La actriz realiza un buen trabajo, aunque debo decir que, aunque no tenga importancia, aquí aparece con un peinado realmente poco favorecedor.
El argumento está bien hecho. Al principio, todo es muy sutil y el malo parece que, aparte de ser un poco pesado, no cause muchas molestias. Esto cobra sentido con lo que se va descubriendo y sobre todo con la resolución, que me ha gustado y quitado totalmente el mal sabor de boca que me estaba dejando el principio del film.