La película original de John Carpenter está sobrevaloradísima. Pero este remake/precuela de Rob Zombie pone a Michael Myers en su sitio.
Para empezar, es ultraviolenta, no como la antigua. Aquí se ve la sangre y hará que nos revolvamos en el asiento más de una vez. Además, tenemos toda la parte inicial con la infancia del asesino, que en violencia verbal y doméstica es incluso más desagradable que con los asesinatos.
Así que tenemos la génesis del monstruo, muertes bestiales, y un argumento que no se limita a calcar el film que está actualizando. De hecho, salvo la máscara del asesino y algunos guiños, en poco más se parecen, y esto es muy de agradecer.
Eso sí, los actores secundarios (conocidos relativamente) están mucho mejor que los principales (que los conocen en su casa a la hora de comer).
Un slasher muy entretenido, pero... (spoiler)