Gracias al gran éxito del "Drácula" de Ford Coppola, unos años después tuvimos la oportunidad de disfrutar de una adaptación fiel de gran presupuesto del otro gran clásico del terror victoriano.
La novela de Mary Shelley es siniestra y oscura, pero al mismo tiempo llena de filosofía y drama con escenas de una gran fuerza.
Kenneth Branagh es el encargado de dirigir y ser Frankenstein. Su papel refleja a la perfección la típica obsesión del científico por lograr sus planes, en este caso vencer a la muerte reanimando cuerpos muertos.
Un Robert de Niro aún con prestigio en su carrera es quien hace de monstruo. Es un muerto reanimado que no tiene la culpa de ser tan feo, y que tiene sentimientos no satisfechos que causarán muchos problemas. Su actuación es bastante buena, hasta el punto de que su personaje puede llegar a dar pena.
La puesta en escena tiene una ambientación gótica muy bien hecha y digna de ver. Me gusta mucho la casa de los Frankenstein, con esa enorme escalera.
Al igual que la novela, las circunstancias felices del principio van cambiando progresivamente, tal como corresponde al género romántico (o mal llamado gótico).
Cuando una obra literaria es muy buena, conviene adaptarla con fidelidad sin cambiar nada. Las viejas versiones de Frankenstein no hacían eso, con lo cual esta está infinitamente mejor. Y en lugar de ser esencialmente terrorífica, en su metraje hay tiempo para todo, quedando como una historia muy completa y muy recomendable.