Sigo en mi línea de los últimos meses de reivindicar el cine patrio de humor y, en ésas, llega el turno de esta gloriosa cinta de De la Loma. Intentando no ser acusado de machista, nuestro querido José Antonio (no va con segundas) se marca una auténtica maravilla: pocas veces en la Historia unas cuantas, que sabían actuar tan poco, hicieron reír a tantos. La cosa es sonrojante; las actuaciones, de puro malas, ni molestan. Los dos que hacen de policías son la cosa más inútil que se ha visto en tiempos, desde Lumière, vamos. Y un largo, etc. Admito que tengo admiración por gente como De la Loma, lo digo en serio, porque hay que tenerlos muy grandes para hacer unas mierdas tan enormes como ésta y quedarse tan contento. Una gozada.