Nos encontramos ante un film majestuoso, de aquellos que no se olvidan durante mucho tiempo y que, sin duda, marcaron a toda una generación. La película sobre las guerras africanas coloniales es Zulú, le pese a quien le pese. Desde luego que hay otras muchas, las mejores serían Khartum y Las cuatro plumas, pero ésta se lleva la palma por muchos motivos: los menores son los actores, simplemente correctos, aunque sobresalga el sargento que, si no me equivoco, estaba interpretado por Nigel Green. Está perfecto en su rol, hace una demostración de lucha a la bayoneta impecable, en un momento muy interesante en cuanto a las armas: los blancos también derrotan con su pericia a los zulúes en combate cuerpo a cuerpo con arma blanca. Por otro lado, y siguiendo con la cuestión de las armas, observemos que los zulúes llegan a disponer de armas de fuego, aunque tengan poca pericia con ellas. Así, sutilmente se nos dice que, en realidad, la hazaña militar de pocos contra muchos fue realmente notoria. Y el caso es que lo fue. Lo cierto es que en el encuentro de Rorke's Drift se impuso la calidad del armamento europeo, en manos de profesionales, frente a la cantidad de hombres, muy valientes, pero que desarrollan una táctica poco apta para enfrentarse a fusiles de repetición. Además, los zulúes tienen la grandeza de reconocer su derrota y la valentía del enemigo...
Las escenas de batalla son espectaculares por parte zulú y por parte británica. Pocas veces se ha visto más claro y mejor rodado el uso del arma de fuego europea y sus estragos frente a hombres que atacan amontonados y sin protección alguna. Solo por ello, la película es más que notable.
Además, aporta muchos datos sobre el contexto social, económico, etc., que aquellos que sepan un poco de historia valoraran (y encontrarán más que suficiente): lo peor es la actuación de Jack Hawkins (Ulla Jacobson apenas tiene dos escenas largas), que representa a un pastor luterano sueco, cuando en Sudáfrica los afrikáner eran calvinistas. Pero tiene el coraje de predicar contra la violencia... Los territoriales de Natal, la caballería ligera que aparece, se marchan a defender sus granjas, recordándonos que estamos en una colonia (como cien años atrás en las Trece Colonias de Norteamerica en las guerras contra los franceses y sus aliados indios). Luego tendríamos el tipo de soldado británico, de baja extracción social, con irlandeses incluidos; el sargento profesional, digno; los oficiales de distinta extracción social: Stanley Baker es el teniente de ingenieros que basa su carrera en la ciencia y en su mérito, que ha ido a construir un puente y se encuentra con una batalla, por ello está incómodo durante casi toda la película; y está el teniente de familia militar, grandilocuente, que intenta intimidar al anterior con el peso del prestigio de su familia, Michael Caine, que al final no tiene más remedio que aceptar órdenes y luchar lo mejor que puede, y lo hace. Ambos tienen que escuchar y aceptar lo que les dice el sargento afrikáner que se queda con ellos en el puesto, porque es el único que sabe de verdad cómo luchan los zulúes. Y ese conocimiento es básico. Por otro lado, se dice que se reparten diez cruces Victoria al valor, cuando lucharon algo más de cien hombres y todos la hubieran merecido.

Chirrían muchas cosas, ya lo sé, es un poco larga y algunos personajes, como Hook, estarían mejor muertos, pero qué le vamos a hacer: todo el mundo tiene derecho a su épica y a intentar hacer dinero con la exhibición de su película. Esos detalles cargan un poco, de acuerdo, pero las ventajas del film son mayores que sus defectos.
Y, sobe todo, no está bien copiar las críticas de los demás: quien no tenga capacidad o criterio propio que se limite a leer.