Chinatown es un homenaje al cine negro clásico, el del enredo, la femme fatale, el poderoso villano y la corrupción. Una película majestuosa.

Roman Polanski dirige Chinatown sin ninguna fisura. El director polaco da un recital de conocimientos cinematográficos ofreciendo un homenaje al mejor cine negro que poco o nada tiene que envidiar a los largometrajes de la época en la que dicho género era el favorito de los grandes cineastas. Polanski persigue a su protagonista a todas partes y juega con el espectador con un juguete tan delicado como es la información, que convertida en vínculo se vuelve un arma poderosa entre la película y el público, pues de ella depende quien está viendo la película y a ella se agarra durante buena parte del metraje, en la que disponemos de los mismos datos los que estamos a esta parte de la pantalla y los que están dentro de ella. Sin embargo, llegados a un punto, el protagonista va varios pasos por delante y nosotros simplemente podemos intentar seguirle la pista. Eso se debe a que Polanski hace que nos relajemos durante más o menos una hora y media, diciéndonos que lo que vemos es lo que hay, pero manteniendo oculta cierta información vital que esperamos que nos sea revelada en el tramo final. El director consigue ralentizar nuestro trabajo mental al mismo tiempo que acelera los corazones con un tempo lleno de nervio. En el contraste está su mayor logro, sin duda. Los eternos planos en los que la cámara pasa de tercera a (casi) primera persona son otra de las hazañas de un Polanski que obtenía con Chinatown el prestigio que había perdido con los trabajos realizados tras el estremecedor asesinato de su esposa. Que el trabajo de Polanski es grandioso en Chinatown es tan evidente como que el de Robert Towne, guionista, es insuperable. Towne consigue captar en su historia la esencia del cine negro clásico y Polanski es quien da cuerpo y dibuja de manera definitiva la forma del producto.

Jack Nicholson protagoniza Chinatown en uno de sus mejores trabajos, lo cual es motivo más que suficiente para prestar atención a la película. Está secundado por una muy impresionante Fane Dunaway, que recrea a la perfección ese personaje tan cuidado del cine negro de los años 30 y 40 que era la mujer fatal. John Huston cierra el trío protagonista con un trabajo excelente, como siempre a lo largo de su dilatada carrera.

Resumiendo, que es gerundio: Chinatown es una de las grandes películas de la historia del cine. Una obra maestra que se inspira en otras obras maestras y las homenajea sin imitarlas. Una película llena de vueltas de tuerca, de ingenio, de momentos interesantes y, sobretodo, de ese "algo" impalpable e invisible que envuelve a las obras maestras.