A "Non-Stop" le favorece que no esperes nada de ella. Sólo una ameba esperaría algo de la enésima película del Liam Nesson justiciero. Tal ausencia de expectativas hace que cualquier absoluta nimiedad mínimamente decente haga crecer a la obra, esa obra que parecía, de entrada, un completo despropósito, y que lo es en términos de la lógica, pero de la que hay que reconocer que Jaume Collet-Serra le ha sabido ponerle tensión.

De hecho, anduve angustiado por saber quién podía ser el causante de los dolores de cabeza del bueno de Liam Neeson (me refiero a su personaje, no a su actuación, pero eso no es noticia) y, sobre todo, esperé el término de la película con ansia para comprobar cómo narices resolverían tamaño entuerto, no sin la sorna propia del espectador que sabe que está viendo algo por debajo de su nivel. Reconozco que miré la película desde mi atalaya, y los personajes me daban la razón una y otra vez, ya que sus comportamientos, tanto exógenos*(1) como endógenos*(2) no tienen sentido, por no mentar hechos objetivamente inconcebibles*(3).

Todo ello confirma mis sospechas primigenias sobre una película que no podía ser nada del otro jueves, y que efectivamente no es, ya que, a toro pasado, no recuerdo quién era el villano ni sus motivos. Lo que sí recuerdo es que me entretuvo moderadamente, por lo que puedo concluir que "Non-Stop" es un divertimento vacuo y trivial, no exento de interés una vez ya estás metido en harina.