El cambio de tono entre unos episodios y otros es tan acusado que "Patrick Melrose" se convierte en un producto difícil de valorar, pues en conjunto es más irregular que otra cosa. Lo que en el primer episodio es embriagador y salvaje y en el segundo brutalmente desolador, en los demás se vuelve redundante, pues ese cinismo propio de la serie le va muy bien al principio, pero desentona en el resto.

Si Edward Berger hubiese hallado el tono adecuado, a lo "Olive Kitteridge", estaríamos hablando de la mejor serie de los últimos años. Porque habla de cosas gravísimas y los personajes dicen y hacen cosas impensables, aunque aquí llegamos a otro de los problemas de "Patrick Melrose": sus personajes. Solo dos logran entidad, el propio Patrick y su madre, mientras que el resto son imperdonablemente superficiales, padre incluido, que es malo por ser malo. Lo mismo con todas las amiguitas de Patrick, que van apareciendo y desapareciendo sin demasiado sentido. Todas, además, bobas como ellas solas.

Por su parte, Patrick Melrose es un personaje brutal, a cargo de un Benedict Cumberbatch majestuoso. Lo que hace en el primer episodio es digno de Emmy. Todo el primer episodio es digno de Emmy, es una auténtica genialidad del humor y la tragedia, bien mezclado. El segundo episodio también es genial, por su madre, de la que ahora escribiré, pero los demás bajan de nivel. El tercero, en concreto, lo quitas y no pasa nada. Menudo rollo.

La madre. Una madre terrible, a la que, de forma injusta, llegas a odiar más que al propio padre. Porque ella lo permitió. ¿Qué es más grave? ¿Un padre que hace eso o una madre que mira para otro lado? Supongo que lo de la madre, pues de ella sí que esperabas algo. El último episodio la remata, porque confieso que siempre dudé de ella, de si había alguna explicación, pero el final de su personaje es claro como el agua*(1). Jennifer Jason Leigh construye una Eleanor trágica y, ella, que siempre había sido la alternativa, la hippie, aquí es la burguesa más burguesa de todas. Esta chica cada día me gusta más.

Los paisajes de la Francia mediterránea, muy chulos. La música, interesante. Pero lo dicho, a partir del segundo episodio, "Patrick Melrose" divaga demasiado y, aunque siempre trate cosas brutales, porque el meollo lo es, la sensación predominante es que no han logrado encauzar el desarrollo ni el final de esta historia. Solo las escenas de Patrick y su madre interesan durante las cinco horas, lo demás es paja. Y hay muchísima.