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Voto de José (FullPush):
8
Comedia. Romance. Fantástico Un escritor norteamericano algo bohemio (Owen Wilson) llega con su prometida Inez (Rachel McAdams) y los padres de ésta a París. Mientras vaga por las calles soñando con los felices años 20, cae bajo una especie de hechizo que hace que, a medianoche, en algún lugar del barrio Latino, se vea transportado a otro universo donde va a conocer a personajes que jamás imaginaría iba a conocer... (FILMAFFINITY)
21 de octubre de 2011
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué cabroncete el Allen, que esta vez apuesta al caballo ganador, sabedor de que con tal material ya tendrá ganadas las simpatías de un amplio sector de público, entre el que me incluyo. Poco importa aquí que a mí Paris me la sople completamente, y con él sus gentes y su odiosa lengua; poco importa que a mí los años 20 como tales no me inspiren absolutamente nada, ni hablemos ya de la 'Belle Epoque' (qué cojones será eso); poco importa que tantos y tantos nombres ilustres como se mencionan a lo largo del metraje únicamente me suenen, desconociendo por tanto el alcance de sus obras y perdiéndome, imagino, multitud de referencias escondidas; poco importa todo esto, en fin, si en lo más profundo de mi ser no soy más que un puto resabiado y pesimista con torpe aura de poeta. ¿Que qué tiene que ver? Joder, pues todo.

Y es que, al igual que Gil/Wilson/Allen (véase la progresión personaje-escritor) en algún momento de sus vidas, tiendo peligrosamente a alimentarme del pasado, como un crío destetado que añora el pecho de su madre, imbuido en la infantil idea de que recordar y moldear esos instantes me traerá la paz de espíritu que muchas veces se me niega en vida, qué importa si por culpa mía o por ser ella una redomada hija de puta. Así, eso no significa que el pasado como tal fuera necesariamente mejor que este momento de ahora; sólo viene a confirmar aquella frase de que "cualquier tiempo pasado fue mejor". Y sí, sé que acabo de afirmar los dos opuestos, pero es que, al igual que la frase es en realidad una soberana tontería, tanto más lo es el refugiarse en la nostalgia para evadirse del presente (le hace a uno dudar hasta de por dónde pisa, si por la moqueta de una habitación perdida en alguna parte de Inglaterra o por ese otro terreno lindante con la inspiración, si ésta de verdad existiera). Hay días en que hasta el cielo más gris se antoja interpretable para la pluma hábil y el alma volátil. Vuela, corazón, vuela, no sea que olvides cómo era eso de sentir.

En resumen, que tanto me conquistan las visiones cuasi mágicas de irrealidad palpable como los retazos de esperanza terrenal que tanto me gustaría a mí encontrar mañana mismo, al cruzar la calle, bajo la lluvia, dirección ninguna parte, en cualquier parada de autobús mientras espera... El amor, si vivido desde ya, es más estimulante. Lo que no quiere decir que pasados unos años, o unos segundos, quién sabe, me encuentre a mí mismo recitando a ese sentimiento perdido vete a saber dónde y por qué razones. Si es que no aprendo, cojones. Malditos seamos los torpes aspirantes a poetas, condenados desde siempre a vivir de la nostalgia. La película preciosa, por cierto.
José (FullPush)
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