3 de diciembre de 2012
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ozu filma con sensibilidad y preciosismo, sirviéndose de sus inconfundibles planos fijos, impecables, conformando una obra en la que los conflictos emocionales en un entorno doméstico afloran a raíz del interés de un padre que anhela poder casar a su hija, que ronda la treintena.
Nos presenta la cotidianeidad del Japón a pocos años del fin de la guerra, a través de unos personajes que viven y se mueven en un país que está cambiando, occidentalizado paulatinamente (planos de carteles de Coca-Cola, otros de establecimientos escritos en inglés...). Las tradiciones y costumbres familiares de antaño se van diluyendo mientras vemos la evolución de la trama; la negativa reacción de la hija y posterior conformidad, así como el empeño del padre y la tía, hasta llegar a la resignación paterna ante un futuro de soledad.
Bello retrato de las relaciones humanas, del amor irrenunciable a los seres queridos, del sacrificio intrínseco en el ciclo de la vida. Cada encuadre transpira armonía y una homogénea serenidad se advierte en la simplicidad de cada plano, logrando un compendio solidamente enternecedor.
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