Por lo general las películas gays dramáticas, suelen ser bastante aburridas y lentas, esta no es la excepción, pero al menos no cae en los excesos y truculencias de otras.
Un hombre de unos 35 años, que acaba de separarse de su esposa, con la que tiene un hijo de 8, conoce a un guía turístico gay y comienza un romance con él.
El guionista opta por una narrativa sencilla, realista, aunque también lenta y monótona, hay escenas absolutamente innecesarias, como cuando Bruno se desviste para acostarse, cuando se queda dormido, cuando se baña, cuando se seca, cuando se cambia de ropa, que la verdad sobran, si querían mostrar su día a día, lo podría haber hecho de otra manera.
Se agradece que los personajes no sean estereotipos, ni caigan en lo maniqueo, y también que la historia no recurra a una tragedia para resolver el conflicto, al contrario la historia apela a lo cotidiano, a los interrogantes de un hombre que no sabe como vivir su bisexualidad, también al temor de lo que piensen los demás, a la visión que tiene la sociedad de lo que se debe ser, y a quien se debe querer, y si se está dispuesto a asumir no pertenecer a la mayoría, o seguir haciéndolo y resignar una parte de sí mismo.
Buenas interpretaciones de los 3 protagonistas.