Hay que ser indulgentes con el planteo de la farsa: que una mujer de 30 años se haga pasar por una nena de 12 y el resto se lo crean o no según convenga a la historia.
Funciona, tiene situaciones que no han perdido gracias a pesar de los años, los Susu y Philip resulta muy agradables, tienen química.
Lo peor: el planteo es imposible.
Philip por momentos llega a irritar de lo estúpido que es para no darse cuenta de nada.
Lo mejor: todos las bromas con doble intención, lo inteligente que eran los guionistas de la época de oro de Hollywood para engañar a la censura, acá está lleno de referencias sexual pero como en ningún momento se menciona la palabra, todo queda implícito. La verdad hay que reconocer que la censura ayudaba a estimular tanto la creatividad de los escritores como la astucia del público.