Hay películas de terror como esta cuyo peor error es tomarse en serio a sí mismas.
La historia cuenta algo que ya se ha hecho otras veces, de que una persona sobreviviente de una secta donde casi todos los miembros se suicidaron, vuelve al lugar donde ocurrió todo, y algo siniestro se desata.
La película sigue los derroteros clásicos, los vídeos de las viejas cámaras caseras que ya no causan ningún tipo de terror, mientras nos cuentan la historia de su líder y de como logró erigir dicha secta.
Con una estética videoclipera, que la verdad mata los pocos momentos de tensión, y un final que despierta más risa que otra cosa, El velo, no es más que otro producto fallido y pretencioso.