Sorprendente película la que nos regala aquí el siempre interesante Sean Penn, magnífico actor que demuestra también ser un más que respetable director. A la película hay que darle su tiempo, el ritmo es pausado y el espectador que no sea muy paciente podrá desistir de verla hasta el final lo que sería un gran error porque sinceramente creo que el trabajo de Penn merece la pena. Para ello el actor se rodea de una serie de inmejorables colaboradores que hacen que su historia se haga aún más interesante, incluso su madre se deja ver en un pequeño papel como secretaria del detective de policía que interpreta Jack Nicholson. Precisamente es este actor el que se echa a sus espaldas el gran peso del film y el que hace que éste gane puntos. El veterano actor está simplemente espléndido como ese policía en el ocaso de su carrera profesional que se obsesiona con encontrar al asesino de una niña de 8 años. El resto de actores que intervienen aquí son simples comparsas que aparecen en muy secundarios planos aunque todos merecen la pena de ver. Los más destacados sín duda serán Aaron Eckhart y Benicio del Toro, junto a la por aquel entonces mujer del director, una Robin Wright Penn inmejorable. También se dejan ver por allí veteranos como Vanessa Redgrave, Helen Mirren y Sam Shepard o estrellas decayentes como Mickey Rourke, todos ellos ya con personajes mucho más pequeños. El final es extraordinario, a mí me causó una gran impotencia y desasosiego y me parece que es justo como debería de ser, visto el matíz que toma la película desde el principio. A destacar la corta pero intensa aparición de una maravillosa actriz como es Patricia Clarkson. Desde luego, no puedo dejar de recomendar esta película a todos aquellos amantes del buen cine.