Hacía tiempo que una película no me dejaba tan mal cuerpo y me creaba tanto malestar como este primer trabajo de Rodrigo Plá. Parece difícil creer que, efectivamente, sea primerizo en esto de dirigir pelis, ya que es un trabajo realmente bien hecho, serio y comprometido. Cuenta con un conjunto de actores que cumplen a la perfección con su papel. Ninguno de ellos hace sombra al otro. La mayoría son mexicanos y de ellos tan sólo conocía a Daniel Giménez-Cacho, al que había visto en alguna que otra telenovela, haciendo el papel de malo, malísimo (su rostro es ideal para ello), pero hasta la fecha no había tenido oportunidad de verle en un film. Aquí está correcto, comedido. Daniel Tovar es el encargado de interpretar a su hijo adolescente, otra interpretación bastante bien llevada a cabo. Otro joven actor es Alan Chávez, lo suficientemente convincente en su papel de ladrón acorralado en La Zona. Descubro a una interesante actriz mexicana, Marina de Tavira, perfecta en su papel, al igual que Mario Zaragoza, uno de mis preferidos dentro del grupo azteca. Representando a nuestro país tenemos, por un lado, a Maribel Verdú. Qué decir de ella, es mi actriz española favorita, tiene un papel bastante secundario, es el único personaje que intenta poner un poco de sentido común a la locura que se desencadena en su barrio y le saca brillo a un papel tan corto, es una delicia verla actuar para mí. Junto a ella, una agradable sorpresa, el hermano mayor de Javier Bardem, Carlos, interpreta perfectamente a un ciudadano mexicano, manteniendo durante todo el metraje un perfecto acento y con una atractiva presencia en pantalla. Pienso que no tiene nada que envidiar a su famosísimo hermano, ya que es un más que completo actor. Recomiendo el visionado de esta película porque, sin duda, hace pensar, me encantaría saber qué opinan los mexicanos de la imagen que aquí se da de su país, aunque lo que nos cuenta Rodrigo Plá en su ópera prima puede pasar, hoy día, en cualquier ciudad el mundo.