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Voto de floïd blue:
8
17 de octubre de 2010
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impresiones varias después de conocer a un estrangulador de Boston del gremio de fontaneros y la película de los hechos.
La fragmentación de imágenes en la pantalla indica un reto modernista por parte del director cuyo mayor inconveniente es que con el tiempo quede anticuado. En algunos momentos la fragmentación prácticamente equivale a las viñetas de una página de cómic; no obstante ahí queda el experimento del que tal vez no se debió abusar.
Las interpretaciones se suman al éxito de la película. La película se estrenó a los cuatro años de ser detenido el autor de un auténtico serial de asesinatos cometidos en la ciudad de Boston, en la década de los sesenta.
La película no es el clásico Slasher del psicópata asesino cuyas atrocidades quedan reflejadas en las imágenes de una manera explícita. Se insinúa con claridad el macabro final de las víctimas pero ni una sola gota de sangre salpica la pantalla ni nuestras camisas. Algunos prefieren los Slasher sangrientos, pero otros agradecen la ausencia de imágenes de amputaciones, miembros cercenados y sádicos ejercicios de tortura en víctimas inmóviles (no por el desagrado en sí, sino más bien por no derivar la película en un mero muestrario gore que siempre sería una más del género y así subrayar el aspecto psicológico de la trama y aumentar la calidad del trabajo).
De una u otra manera, está claro que el fontanero estaba muy tocado.
La fragmentación de imágenes en la pantalla indica un reto modernista por parte del director cuyo mayor inconveniente es que con el tiempo quede anticuado. En algunos momentos la fragmentación prácticamente equivale a las viñetas de una página de cómic; no obstante ahí queda el experimento del que tal vez no se debió abusar.
Las interpretaciones se suman al éxito de la película. La película se estrenó a los cuatro años de ser detenido el autor de un auténtico serial de asesinatos cometidos en la ciudad de Boston, en la década de los sesenta.
La película no es el clásico Slasher del psicópata asesino cuyas atrocidades quedan reflejadas en las imágenes de una manera explícita. Se insinúa con claridad el macabro final de las víctimas pero ni una sola gota de sangre salpica la pantalla ni nuestras camisas. Algunos prefieren los Slasher sangrientos, pero otros agradecen la ausencia de imágenes de amputaciones, miembros cercenados y sádicos ejercicios de tortura en víctimas inmóviles (no por el desagrado en sí, sino más bien por no derivar la película en un mero muestrario gore que siempre sería una más del género y así subrayar el aspecto psicológico de la trama y aumentar la calidad del trabajo).
De una u otra manera, está claro que el fontanero estaba muy tocado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Las conversaciones entre el fiscal y el asesino apuntan la labor de un Henry Fonda ya consagrado y aumentan el valor de la interpretación de un Tony Curtis espléndido, que sostiene unos planos dramáticos elogiables, inusuales en él, encuadrado como galán en el género de la comedia o de la aventura.
Por último, queda la importante escena del fiscal hablando por la noche con su mujer. En un momento medita sobre sus conversaciones con el estrangulador y salta con que a sus años le dolería mucho descubrir que no es la persona que cree haber sido.
Un hombre tan cabal y serio no puede evitar profundizar en los tortuosos caminos de la vida, todo ello por culpa de tratar con una mente desquiciada. El estrangulador no sabe quién es en realidad y el fiscal comprende que el estrangulador pueda ignorar sus crímenes debido a la locura que le domina.
Estos comentarios llevan incluso al espectador a pensar que verdaderamente es triste darse cuenta un día que uno no es quien se cree que es y que, por tanto, ni mucho menos ha ido haciendo bien las cosas y que a lo mejor ni siquiera vale lo poquito que cree valer.
Por último, queda la importante escena del fiscal hablando por la noche con su mujer. En un momento medita sobre sus conversaciones con el estrangulador y salta con que a sus años le dolería mucho descubrir que no es la persona que cree haber sido.
Un hombre tan cabal y serio no puede evitar profundizar en los tortuosos caminos de la vida, todo ello por culpa de tratar con una mente desquiciada. El estrangulador no sabe quién es en realidad y el fiscal comprende que el estrangulador pueda ignorar sus crímenes debido a la locura que le domina.
Estos comentarios llevan incluso al espectador a pensar que verdaderamente es triste darse cuenta un día que uno no es quien se cree que es y que, por tanto, ni mucho menos ha ido haciendo bien las cosas y que a lo mejor ni siquiera vale lo poquito que cree valer.