Si alguien le iba a poner un 1 a esta película ese iba a ser yo, pero al final me ha conmovido el profesor Crocker. Al principio echa para atrás esa flema británica, esa corrección, pero una vez en el ambiente uno se deja llevar por el argumento con total interés. Y es que la realidad que sufre alguien como el profesor está perfectamente representada por el protagonista, el tío que quiere mantener la corrección a toda costa a pesar de los numerosos inconvenientes que le acosan.
Qué gran sufrimiento el de aquel que queriendo haber complacido sabe que no puede ni podrá jamás. Y su ardiente mujer y su deseo eminentemente sexual está igualmente descrito cada vez que aparece en escena. La actriz muestra en cada gesto su ansia hacia uno y su desprecio hacia el otro de forma contenida, pero con un sentimiento bestial.
El colegio como escenario tiene en cada plano su ángulo perfecto y los chavales crean el complejo mundo estudiantil de forma igualmente auténtica. Tal vez fríamente pero uno no puede abandonar los hechos que anteceden a la amarga despedida del profesor del colegio. Encima ahí tenemos a Wilfrid Hyde-White que buscando a otro actor, por muy excelente que fuera, no se encontraría jamás a nadie mejor para interpretar el papel de artero director del colegio. Un curioso clima social compone el entramado y por encima siempre ese deseo sexual reprimido o escondido por las obligadas formas y el debido comportamiento. Qué ganas de coger a la mujer del profesor llevarla a un apartado y... Pero es así, ella tiene todo el derecho a sentir también. Es que cuando los astros se cruzan ya no hay manera de que el mundo vaya por buen camino.