La claridad de ideas del señor Lang a la hora de plantear la escenificación de esta trama es total. Los detalles en las secuencias de lo que es un verdadero experto, y sobre todo cómo consigue que actúen los personajes, es lo que queda por encima de esta trama tan agobiante. Es propio de un tío que sabe lo que hace. Así que es impresionante ver a ese mando nazi obligando a la pobre vieja agacharse una y otra vez a por el respaldo de la silla. Es la sofisticación del sadismo, el grado máximo de la maldad que acaba con la simple brutalidad, la reacción final de todo ser embrutecido por muy civilizado que se sienta.

Lang, como persona con inigualable estilo, evita mostrar la violencia final porque la gente que sabe de ésto, muestra con ejemplos el sadismo y la violencia, no con torturas sangrientas como estamos dados a ver en otros directores sin ideas. No son necesarios los golpes para ejercer violencia, la psicológica es igual de terrible o mayor. “Señalar al asesino o seguirá habiendo fusilamientos de vecinos, la responsabilidad es vuestra”. No, el pueblo no es responsable.

Un relato trágico e interesante. Otra cosa es la proximidad que uno tenga con este tipo de cine.