Cuando uno hace pelis raras, "intelectuales", tiene que mantener siempre la guardia bien alta.

El ilustre Lanthimos no lo consigue aquí: empieza bien, pero -no sé muy bien por qué- se cree obligado a salir del hotel y endilgarnos otra película diferente. ¿Creía que nos íbamos a aburrir?

En cuanto a la profundidad de su pensamiento... mejor me callo, que enseguida se me ofenden los compañeros filmaffinitistas.