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Voto de Vivoleyendo:
9
Musical. Drama Ambientada en los años 60 y 70. Effie, Deena y Lorrell forman un prometedor grupo musical llamado The Dreamettes. El ambicioso agente Curtis Taylor (Jamie Foxx) las descubre durante un concurso y les ofrece la oportunidad de su vida: hacer los coros para el famosísimo James "Thunder" Early (Eddie Murphy). Poco a poco, Curtis empieza a controlar el aspecto físico y la música de las chicas para acabar lanzándolas como The Dreams. Pero los ... [+]
8 de abril de 2009
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
El delirante mundo de los que triunfan en la música suele ser como el champán. Viene envasado en una botella vistosa, se destapa con un estallido de dorado líquido espumoso, se saborea su regusto afrutado y burbujeante, se sube a la cabeza con la euforia de sentirse en la cima del universo... Y por último, si se ha bebido con moderación, su abrazo dulce se retira suavemente, y si se ha bebido demasiado, puede provocar un bajón espectacular y dejar una resaca de campeonato.
La fama en la música (como en cualquier otra faceta) es tan caprichosa como la dorada bebida espumosa. Sus efectos llegan y se marchan como la marea; ahora te hacen ascender hasta lo más alto, y después pueden hacerte caer hasta lo más bajo. Hay tropiezos constantes, choques de voluntades, prejuicios, la importancia de la imagen y de la apariencia, las imposiciones que vienen desde quienes manejan la parte financiera y promocional, tensiones y desavenencias cuando lo comercial vence y desprecia el alma, las exigencias de las entrañas que no entienden más que de sentimientos; las entrañas ignoran las modas, no se esclavizan a los ritmos pegadizos y bailables enlatados en serie, no viven a expensas de la machaconería de la radio y de las discotecas. Pero siempre hay personas con la mente cerrada que creen que las canciones con alma no venden. O que se fijan en si quien canta es blanco o negro, gordo o delgado... Todo está movido por intereses. Incluso el arte. Pero se engañan. El arte nunca se deja atrapar en las redes de nadie. Siempre será libre.
Con una rompedora y grandiosa banda sonora, unas voces que rozan lo ultraterrenal, una estética, vestuario, maquillaje y puesta en escena inconmensurablemente hechiceros capaces de dejar boquiabierto a cualquiera, y una incursión certera en la gestación, auge, dificultades y declive de las estrellas de la música y quienes las rodean profesionalmente y sentimentalmente en su meteórica carrera, Bill Condon abraza el olimpo de los grandes musicales de todos los tiempos. No hay prácticamente luz que no resplandezca en esta joya tocada por la gracia. Beyoncé Knowles deslumbra y rinde a sus pies a esta embelesada espectadora. Jennifer Hudson la hace temer si los cristales de su habitación podrán soportar el huracán de su potente y prodigiosa voz. Eddie Murphy deja de ser ese Eddie Murphy que todos conocemos, para subir unos cuantos peldaños y ganarse ese respeto que está reservado a quienes alguna vez son capaces de lograr algo grande. Y no hay nadie que no esté salpicado por el halo especial que transpira esta obra, ni siquiera el más antipático y rastrero de los personajes.
Un musical de los que derrochan calidad y embrujo, de los que hacen creer en la magia del séptimo arte y su finalidad, entre tantas otras, de maravillar y transportar a los simples y corrientes mortales a la dimensión de lo extraordinario, de lo que de otro modo no está al alcance. De lo intangible, de lo que llevamos más adentro. De los sueños.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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