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Voto de Vivoleyendo:
7
Drama Un rico matrimonio estadounidense que lleva en Roma una vida despreocupada, ve cómo su hijo se suicida. La madre, traumatizada y sintiéndose culpable por no haber atendido más a su hijo desde la infancia, decide ayudar a la gente más necesitada en los barrios más humildes de la ciudad. Sin embargo, su ayuda a un delincuente la pondrá bajo sospecha a ojos de la policía. (FILMAFFINITY)
13 de mayo de 2010
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Musa o no musa, Ingrid Bergman poseía suficiente brillo por sí sola. Rossellini descubrió en ella, además de una compañera sentimental, una fuente de inspiración para su cine. No era ya el pletórico neorrealista que eclosionó con “Roma, ciudad abierta”, pero se mantenía a un nivel en el que aún podía codearse con la flor y nata del panorama cinematográfico internacional.
Comprometido con las calamidades de su pueblo, fotografió en sus imágenes en movimiento los dolores de la más catastrófica guerra europea. La nórdica Bergman, ya que no daba el tipo como italiana, era representada acertadamente en papeles de extranjera, ya fuese como una refugiada lituana, una turista británica o una inmigrante americana. Y no me extraña que Rossellini se quedara embobado con ese pedazo de mujer que era la sueca Bergman. Rondando los cuarenta años, en su periplo italiano con el que sería el padre de tres de sus hijos, su belleza era tan espléndida que no tenía nada que envidiar a la lozanía de los veinte. Tal vez fuese la profundidad de sus ojos claros, la mórbida curva de sus labios carnosos, la piel tersa, la delicadeza de sus facciones, su nariz imperfecta, el cabello rubio y sedoso, y su incólume figura alta y muy bien formada. Tal vez fuese todo eso sumado a su talento, que podía llegar a ser considerable. El caso es que era una estrella emblemática por la que cualquier director de cine se pelearía para contratarla.
En esta ocasión transmite la agonía existencial de una madre fracasada. Se culpa por la pérdida de su único hijo, el cual era un niño muy sensible y herido a causa de la guerra, que padeció a muy corta edad, y a causa también de la falta de atención de sus padres, inmersos en sus ocupaciones de matrimonio acomodado con múltiples y superficiales compromisos sociales.
Irene ha abierto los ojos a la recriminatoria realidad de su egoísmo vital, y siente crecer dentro de sí el impulso de derramar sobre los necesitados todas las atenciones y cuidados que ella se reprocha no haber prodigado a su desgraciado hijo. Se desviará del carril de su antigua vida para olvidarse de sí misma y ayudar a los que precisan una mano amiga. Pero su familia, preocupada, verá con ojos alarmados este rumbo “indecoroso” de la que era una dama respetable…
Las heridas espirituales de una mujer cercenada por la tragedia se desgranan en las imágenes sencillas de una Roma corriente, vivaz y sufrida, con crítica social y una búsqueda interior que conduce hacia la paz a través de la entrega sincera y abnegada.
Vivoleyendo
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