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Voto de El Libanés:
8
24 de octubre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces, me sorprende que Woody Allen cite a Ingmar Bergman como una de sus grandes influencias. Aparte de un talento brutal, ambos directores tiene una manera diferente de explorar los mismos tema. Uno lleva al drama más descarnado, el otro a la sonrisa irónica. No obstante, "Juegos de verano" es claramente una película sin la que no podrían entenderse las futuras preocupaciones del cineasta de New York.
Este relato estival nos habla de cuestiones universales que nunca se extinguirán. Una de las grandes ventajas con las que cuenta es Maj-Britt Nilsson, una actriz con mayúsculas que aquí pone la cara de la naturalidad a la par que toneladas de maquillaje. La pérdida de la inocencia y el paso del tiempo que casi todo lo puede. Dicho en este párrafo está muy mal explicado y de manera pedante, pero esta intérprete convierte esa cuestión en algo maravilloso.
La narración usa con habilidad los flashbacks y los estados de ánimo para recordar lo frágil que es todo. El romance entre Henrik y Marie está contado con una habilidad tremenda, con diálogos bien fijados y escenas de gran lirismo.
Un amplio abanico de ejercicios cinematográficos, utilizando de manera magistral el mundo del ballet como vehículo metafórico perfecto.
Es triste pero nada exhibicionista del dolor. Un ejercicio de sobriedad narrado con mano de maestra y una intérprete en perpetuo estado de gracia.
Sin "Juegos de verano" nunca habría existido, entre otras, "Hannah y sus hermanas".
Este relato estival nos habla de cuestiones universales que nunca se extinguirán. Una de las grandes ventajas con las que cuenta es Maj-Britt Nilsson, una actriz con mayúsculas que aquí pone la cara de la naturalidad a la par que toneladas de maquillaje. La pérdida de la inocencia y el paso del tiempo que casi todo lo puede. Dicho en este párrafo está muy mal explicado y de manera pedante, pero esta intérprete convierte esa cuestión en algo maravilloso.
La narración usa con habilidad los flashbacks y los estados de ánimo para recordar lo frágil que es todo. El romance entre Henrik y Marie está contado con una habilidad tremenda, con diálogos bien fijados y escenas de gran lirismo.
Un amplio abanico de ejercicios cinematográficos, utilizando de manera magistral el mundo del ballet como vehículo metafórico perfecto.
Es triste pero nada exhibicionista del dolor. Un ejercicio de sobriedad narrado con mano de maestra y una intérprete en perpetuo estado de gracia.
Sin "Juegos de verano" nunca habría existido, entre otras, "Hannah y sus hermanas".