Roman Polanski se atreve a introducirse en los códigos de un género tan aparentemente estructurado y férreo en sus estructuras como el film noir, para regalarnos su talento vertido en este drama humano de detectives de bragueta, mujeres vampirazadas pero mordidas a su vez por poderes superiores al suyo, en callejuelas sucias a las que no les gusta que las limpien.

Jack Nicholson hace uno de los mejores trabajos de su ilustre carrera, está contenido, eficaz, gracioso, miserable, duro, tierno... Maneja todos los registros con la soltura y presencia de un Bogart, generando una extraña relación-fascinación con Faye Dunaway, quién sabe si ella es la verdadera protagonista de este film.

Sobre John Huston, mejor no hablar, vean y disfruten. Polanski hubiera debido conocer a Frank Miller, hubieran tenido mucho que contarse sobre ciudades que no duermen, tomarse la justicia por tu mano y confiar en que todo mágicamente se resolviese, para ver como al final, los viejos diablos se siguen saliendo con la suya.

Es aterradora, sin que se vea nada. Es lo que sugiere y lo que esconde lo que fascina.