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España España · Córdoba
Voto de El Libanés:
8
Comedia Un fabricante catalán de porteros electrónicos viaja a Madrid, acompañado de su amante, para asistir a una cacería que él mismo ha organizado. Lo que pretende es relacionarse con gente de la alta sociedad española para promocionar su negocio. En la finca del marqués de Leguineche conoce a diversos personajes y vive multitud de situaciones tan absurdas como disparatadas. (FILMAFFINITY)
27 de junio de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un divertido incidente entre Fraga y la hija de Franco durante una cacería, dio a Berlanga la brillante ocurrencia de tratar de explicar con ironía las cacerías durante el régimen. Aunque el hecho en sí no pudo ser reproducido (el ministro disparó sin querer a las nalgas de la hija del Generalísimo), el contexto post-franquista le permitió ponerse manos a la obra con el genial Rafael Azcona para narrar el retrato de un estrato social.

La metáfora del industrial catalán (majestuoso José Sazatornil, impecable su dominio de las dos lenguas) que acude a la finca madrileña para lograr hacer negocio, aún a costa de renunciar a lo más sagrado, es una más de los personajes incomprendidos de su filmografía, como Plácido sin ir más lejos. En esta ocasión, es introducido en el ley por un individuo llamado Bermejo que le ha prometido la ayuda del Pardo a cambio de financiar la historia. Bermejo no es otro que un gran Rafael Alonso.

Todo el arco se desarrolla en un solar familiar, el de los Leguineche, encabezados por el señor marqués, un gran Luis Escobar, encarnanando al personaje que le hizo célebre. Nunca es tarde si la dicha es buena, y Escobar se convertía en el gran hallazgo de la cinta. Junto con él, el inútil hijo del aristócrata, perfectamente retratado por José Luis López Vázquez y su nuera, Amparo Soler, parche incluido, entre otras hierbas (basta ver el animalizado inicio para saber por dónde van los tiros).

El reparto es una maquinaria perfectamente engrasada. Antonio Ferrandis encarna a un calavérico ministro, mientras que Luis Ciges crea al gran Segundo, personaje clave en las tres partes de la saga. Mención especial para Agustín González como el hiperbólico cura de derechas y a una Mónica Randall muy divertida como acompañamiento al gran Saza.

Una pieza imprescindible de la filmografía nacional.
El Libanés
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