Nuestros hijos serán reyes-filósofos. Aquel sueño que Platón no pudo conseguir con el tirano de Siracusa vuelve a cobrar vida en un proyecto muy interesante de Matt Ross, "Captain Fantastic", una película inusual en el circuito y que es recibida como agua de mayo.

Con la siempre agradecida presencia de un Viggo Mortensen que presta sus ribetes de estrella para componer un personaje complicado, un paterfamilias que ideó con su mujer un riguroso y apartado sistema de entrenamiento para su prole, alejada del sistema educativo imperante y las convenciones sociales.

Esta fábula llega a notables desequilibrios. Se trata de una familia excepcional, donde todos sus integrantes serían autosuficientes con muy pocos recursos, además de apreciar artes tan sencillas como una improvisación musical bajo una hoguera o el arte olvidado de leer un clásico bajo un árbol. De cualquier modo, dicha utopía se cobra un precio terrible.

El personaje de Mortensen quiere liberar a los suyos de la tiranía del mercado y la globalización, no obstante, ¿permite él que alguien vuelva a la caverna si decide que lo suyo no es escolar montañas a pelo? La hipérbole de Ross lleva a dar unas habilidades a estas jóvenes personitas que serían dignas de un héroe de película Marvel.

Con todo, la reflexión es muy interesante puesto que no da respuestas fáciles. A nivel de secundarios, sobresale Frank Langella, siempre un intérprete al que da gusto ver y que solventa con eficacia cualquier rol. En este caso, es el abuelo que se preocupa, razón no falta al hombre, de que este barbudo Leónidas con cultura hippy esté llevando a una maratón de supervivencia a sus pobres nietos.

Un film muy curioso.