¿A quién no le ha pasado que había una chica o un chico del que estaba encaprichado en sus primeros tiempos? Este primer amor, generalmente platónico, supone una potenciación de las virtudes de la persona amada. No obstante, uno tira hacia adelante y en la evolución, a bases incluso se vuelve a topar con esa persona. Y, sin odio ni pasión, se da cuenta de que el tiempo es distinto y que ya no es el mismo flechazo, incluso, en caso de producirse, casi sería a la inversa.

Pollack adapta una famosísima película de Billy Wilder, que sin embargo, era difícil de adaptar porque tiene muchos rasgos atávicos que costarían de digerir para el público actual. Por eso, re-adapta el guión a una comedia romántica muy de los 90, con Julia Ormon en el papel principal. Aunque el maestro Wilder no se mostró nada contento ni con la interpretación ni con la actuación, modestamente, creo que Ormond cumple con creces su papel.

Tampoco es agradable el toro que le toca lidiar a Harrison Ford, poniéndose en el pechejo del buen hermano del apuesto galán (Greg Kinnear, que verdaderamente besaría el santo para la comedia con "Mejor imposible", apenas dos años después), antaño caracterizado por el mítico H.Bogart. Con todo, la pericia de Ford y su manejo de las situaciones lo hacen creíble y uno de los personajes más divertidos de esta idílica historia, un cuento de hadas adaptado a los tiempos de las tarjetas de crédito.

Para los amantes del quién es quién en el reparto, decir que sí, efectivamente, aparece Nancy Marchand, quien fuera la madre de nuestro añorado Tony Soprano.

Una comedia made in Pollack, agradable y de fácil consumo, sin más pretensiones.