"El show de Truman" es una película que en cierta medida abrió los ojos a buena parte del público acerca del fenómeno de los Big Brothers que estaban por venir y la frontera peligrosa que se estaba cruzando entre la vida privada y la televisada de las personas. Muchas de sus premisas que a la altura de 1998 parecían exageradas, se han mostrado totalmente acertadas.

A nivel actoral, afirmar que estamos ante una cinta con un protagonista claro y muy inspirado, un Jim Carrey en el que quizás sea su mejor trabajo hasta la fecha, junto con la estupenda "Man of the moon". Es cierto que este actor, ha tenido sus altibajos, pero aquí presta su peculiar estilo como anillo al dedo para este Truman, un moderno Juan Nadie que está a punto de sufrir revelaciones asombrosas, generando gran empatía con los espectadores.

Peter Weir plantea sin tapujos una realidad salvaje, de hecho, creo que incluso la parte más oscura de este fenómeno, apenas se intuye. Resulta escalofriante de pensar en esa conversación que mantiene el personaje de Carrey con su supuesto mejor amigo, mientras está siendo monitorizado por los guionistas del programa.

Truman, en cierto sentido, es una cobaya, una rata de laboratoria sacrificada en pos de los objetivos elevados del progreso (del espectáculo), pero que, finalmente, igual que en la caverna platónica, está destinado a ver la luz y tener que elegir qué hacer, si volver a lo de siempre o sacrificar seguridad por razón de libertad.

Aunque el resto del reparto no es muy conocido (con la excepción de Ed Harris, ejerciendo las funciones de demiurgo), cumple con una solvencia estupenda y generan la atmósfera de una obra independiente, inteligente y que plantea con originalidad cuestiones que aún hoy en día, están en la palestra de las polémicas.

Absolutamente recomendable.