Sin restar ningún mérito a Joe Dante, parece claro que "Gremlins" tuvo detrás entre bastidores y productores la mano de Steven Spielberg, más allá de su fugaz y divertido cameo al estilo de sir Alfred. Lo afirmamos por el eterno gusto en el retorno a la infancia que siempre ha ejemplificado este cineasta de olfato vino para asaltar las taquillas. "Gremlins" es un cuento, una historia fantástica que tiene un aroma entrañable.

Por desgracia, tendría secuelas y una explotación que en nada han aportado a esta primera pieza original, la cual comienza al más puro estilo Halloween. Un extraño regalo que puede traer grandes beneficios o terribles peligros para sus receptores.

Aunque puedan haber quedado algo desfasados, los efectos especiales de la película fueron un verdadero hito en su momento. Además, sobrevive por sus constantes guiños cinéfilos, además de tener el metraje justo para mantener interesada a la audiencia sin aburrirla.

Hay varias cartas de amor a la infancia a través de iconos cinematográficos de animación como "Blancanieves y los 7 enanitos". Sin querer darle más profundidad de la que tiene, estos traviesos gremlins podrían ser una reflexión acerca del tránsito de la dulzura de la infancia a la rebelde adolescencia.

Hubiera sido mejor dejaros en esa caja del recuerdo al bueno de Gizmo que volver a intentarlo con continuaciones.