La gente no quería a individuos. Les gustaban Pajarés y Esteso, Faemino y Cansado, Los Morancos, Martes y Trece... verlos separados es casi irreal, mejor ni pensarlo. Álex de la Iglesia se marca aquí una película muy polémicas que no gustó precisamente a todo el mundo, aunque a determinado sector le pareció una joya oculta.

Santiago Segura y Wyoming no son actores en el sentido estricto de la palabra, su registro es limitado y hay muchos papeles para los que estarían vetados. Pero de esto saben hacer, y, la verdad sea dicha, a las mil maravillas. El director juega con ellos porque, con detractores y admiradores por igual, esos individuos por momentos despreciables, tienen gracia... No preguntes por qué, pero funcionan.

El reparto funciona las mil maravillas. Hay un secundario de lujo a quien debemos acentuar, Álex Angulo, quien comienza al estilo Bogart en "La condesa descalza" para contar la historia a su manera, como agente de dos egos televisivos destinados a estallar. El resto, también están muy bien, especial mención a Sancho Gracia, María Asquerino, Eduardo Gómez y una siempre espectacular Carla Hidalgo.

Y es que, en ocasiones, el humor no tiene ni puta gracia, como bien se dice en un momento de la película. Por momentos parece grotesca y asume varios géneros, pero creo que, si uno logra meterse en la faena de ese particular universo, se encontrará ante una cinta infravalorada de un espléndido cineasta.

Hay que darle una oportunidad...