Sylvester Stallone no se había complicado la vida a la hora de inculcar una serie de valores a su creación más popular, Rocky Balboa. Esfuerzo, superación, la típica historia del héroe callejero que emerge de la nada y va ascendiendo a base de fajarse frente a los golpes y la adversidad. Una épica simple pero de la que están adornados muchos deportistas profesionales.

No obstante, en esta entrega se añade como complemento un patriotismo de panfleto que solamente podemos entender dentro del pulso de los Estados Unidos con la Unión Soviética. Dolph Lundgren, quien también ha sido El Castigador y He-Man. Con ese CV, podemos imaginar que es un hijo de la madre Rusia que habla muy poco y pega verdaderos golpetazos.

Carl Weathers vuelve a aparece como el bocazas pero simpático y elegante Apollo Creed, Burt Young como su arisco pero leal cuñado, Talia Shire como la sufrida esposa... En definitiva, pocos aportes nuevos pero que complace a los seguidores de la saga.

Música bien escogida, buenas e hiperbólicas coreografías y Rocky dándole lecciones a los comunistas del mundo. Para que aprendan.