El veterano Chabrol crea alrededor de toda una serie de cuestiones como son el dinero, poder, corrupción, justicia, amor, amistad, ... una aparentemente ligera película, simple, agradable, interesante y con un buen ritmo.

Aparecen elementos de gran originalidad como es el propio personaje de la juez Huppert, centro de la historia, y cuyas pesquisas no son más que un adorno para dar vigor a su personaje, una jueza que aparece en este film como nunca había aparecido antes un juez, con vida casera y los conflictos normales de toda persona, aunque la frialdad interpretativa de Huppert parece dar la impresión de que a pesar de que se trata de narrar un relato humano de un juez, realmente parece que ni siente ni padece ante las cosas que le van ocurriendo a lo largo de la película.

Quizás el único problema es que tanta ligereza crea una falta de tensión y emoción que si bien tiene la ventaja de no provocar un fuerte rechazo hacia el film, si que es también complicado que llegue a apasionarte.

Capítulo aparte para Isabelle Huppert, una actriz que me apasiona si bien no tengo motivos para considerarla una grande de la actuación (inexpresiva, fría), en cualquier caso una presencia que concentra la atención del espectador, incluída la mía, a pesar de que interprete con el mismo registro papeles tan dispares como la jueza de esta película o la pianista de Haneke. En cualquier caso, da gusto verla, y su presencia (que no interpretación) y aparente indiferencia ante todo lo qu le ocurre, es el mayor aytractivo del film.

Curiosa, interesante y amena.