A Smith le suelen acusar de no ser buen director. Yo no estoy de acuerdo. Sí que creo, como la gran mayoría, que es mejor guionista que director, por eso no comprendo qué lo empujo a aceptar dirigir esta película cuyo libreto (un homenaje tontorrón a las comedias policíacas de los ochenta) no estaba escrito por él.

Bruce Willis hace de poli más o menos serio y Tracy Morgan, famoso gracias a la serie Rockefeller Plaza (30 Rock), pone (o al menos lo intenta, porque el actor, una especie de versión moderna de Eddie Murphy, acaba resultando terriblemente cargante) el contrapunto cómico en esta película sobre las peripecias que ambos viven cuando tratan de recuperar un valiosísimo cromo que le han robado al primero y que le es imprescindible para poder costear la boda de su hija (Michelle Trachtenberg).

A la ineptitud de Morgan (lo peor de la cinta, sin duda) se suma un Willis algo perdido (y eso que la comedia de acción es un género en el que el actor siempre se ha desenvuelto con soltura), un guión bastante patatero y una banda sonora, puramente ochentera, de lo más rayante. Me da mucha pena afirmarlo, pero Vaya par de polis es, a día de hoy y con diferencia, la peor película de Smith.