Cuando escenas supuestamente terroríficas provocan risas involuntarias es que algo, evidentemente, no funciona. Eso es lo ocurre durante varios momentos de la película de Stuart Gordon. Y es que podríamos estar ante una divertida serie B con monstruos de por medio, de hecho la cosa no empieza mal (los primeros efectos especiales son más que decentes, aunque luego deriven en festival gore y cutre a partes iguales), pero esta producción acaba haciendo aguas (sic) por todas partes.

La trama es la siguiente: dos parejas viajan en barco y éste queda encallado cuando choca al surgir de la nada una fuerte tormenta. Para pedir ayuda acuden al pueblo más cercano, Imboca, cuyos habitantes resultan terriblemente extraños. Además, pronto descubrirán, para su desgracia, que en dicho lugar adoran a un monstruoso ser marino llamado Dagon.

No me cansaré de repetir lo difícil que debe ser adaptar al genial H.P. Lovecraft y la poca justicia que a su trabajo hacen traslaciones fílmicas como la que nos ocupa. Gordon es, según declaraciones propias, gran fan del escritor, pero no consigue plasmar su ambiente malsano y asfixiante (y eso que el pueblo o la lluvia constante son dos de los grandes aciertos a nivel de ambientación), dejándose llevar, en última instancia, por lo grotesco, el gore y los excesos visuales (no es necesario mostrar tanto, sería mejor, todavía más teniendo su limitado presupuesto, insinuar). En fin, otro trabajo sólo aconsejable para los que adoren la serie B y el terror, con monstruos de por medio, más naíf.