Decidí ver esta inesperada secuela aún sabiendo que lo que tenía delante era un producto menor, o mediocre según la mayoría. Ya de primeras Donnie Darko dejó la trama lo suficientemente bien hilvanada como para que cualquier secuela fuese innecesaria, además, aunque se haya convertido en una película de culto lo cierto es que nunca fue considerada un bombazo, por lo menos no en términos económicos, lo que hace más extraño la aparición de esta tardía continuación.

La historia se centra en Sam Darko (Daveigh Chase) y su amiga Corey (Briana Evigan), ambas han escapado de casa, pero tras una avería se quedan en medio de ninguna parte, cerca de un pequeño y misterioso pueblo. Allí conocerán a un grupúsculo de esperpénticos personajes, mientras las pesadillas de Sam van en aumento. Daveigh Chase es la única actriz de la película original que repite, estando arropada por actores como Ed Westwick o James Lafferty, populares por las series juveniles Gossip Girl y One Tree Hill respectivamente.

El principal error de la película es su descaro a la hora de imitar a su predecesora, tanto visualmente como en el tono. Aquí nos topamos con un director que se excede tanto en el uso del ralentí como en el de la cámara rápida, del mismo modo que las escenas oníricas (léase las pesadillas protagonizadas por Sam) resultan ciertamente cutres. Muy parecido ocurre con el guión, el cual coge los temas tratados en Donnie Darko (léase viajes en el tiempo, personajes extraños, el conejo…), los mezcla como si de una batidora se tratara y los escupe formando con ellos un sinsentido falto de gracia. Y ya se sabe, si el guión falla poco se puede hacer. En fin, una película sólo recomendable para muy fans de Donnie Darko, bueno, ni eso.