Película realizada a mayor gloria de Keira Knightley, quien interpreta a la joven del título, y basada (de manera muy libre, según palabras del propio director) en la extravagante vida de Domino Harvey. Tony Scott, que llegó a conocer a la auténtica Harvey, crea un biopic de lo más atípico, más parecido a un producto de acción que a una biografía al uso. La película no da respiro alguno, y para que así sea Scott se sirve de un frenético montaje, una interesante fotografía y unos movimientos de cámara imposibles, casi mareantes.

Richard Kelly (director de la notable Donnie Darko) firma el guión, realizando un trabajo tan curioso como marciano, deformando la realidad hasta tal punto que la historia acaba resultando confusa, tanto por su extraño devenir como por la ingente cantidad de personajes (muchos de ellos prescindibles) que la pueblan.

El guión nos cuenta, a base de distintos saltos en el tiempo, cómo Domino deja las pasarelas para convertirse en una cazarrecompensas con la ayuda de Ed (Mickey Rourke) y Choco (Edgar Ramirez). O cómo el trío es convencido por un ávido productor (Christopher Walken) para que protagonicen un reality junto a Ian Ziering y Brian Austin Green (quienes se interpretan a sí mismos), dos de los actores de la serie Sensación de vivir (Beverly Hills, 90210). Sin embargo, las subtramas son tan numerosas que sería imposible (e innecesario) comentarlas todas. Lo que finalmente tenemos es un producto tan curioso como irregular, ya que todas sus virtudes iniciales (el furioso montaje, el guión imposible…) acaban por socavar la credibilidad de la película y la paciencia del espectador.