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España España · Valladolid
Voto de Mrk90:
10
Comedia. Drama Después de hacerse famoso interpretando en el cine a un célebre superhéroe, la estrella Riggan Thomson (Michael Keaton) trata de darle un nuevo rumbo a su vida, luchando contra su ego, recuperando a su familia y preparándose para el estreno de una obra teatral en Broadway que le reafirme en su prestigio profesional como actor. (FILMAFFINITY)
24 de febrero de 2015
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
And did you get what you wanted from this life, even so?
I did.
And what did you want?
To call myself beloved, to feel myself beloved on the earth.

Poco más de un mes ha pasado desde que vi ‘Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia)’ por primera vez y pocas veces he salido tan fascinado de una sala de cine. Si, puedo enumerar montones de películas que me han dejado pegado a la butaca y con una sonrisa enorme al final de la proyección (sin ir más lejos, la reciente ‘Perdida’ de mi amado Fincher), pero la sensación que me dejó el último trabajo de Alejandro González Iñárritu fue la de haber contemplado algo magistral, un trabajo atemporal que se recordará con el paso de los años. Un prodigio tanto en lo argumental como en lo estrictamente cinematográfico. Lo que a los críticos les gusta llamar “un auténtico logro”.

Y ayer se celebró la gala anual de los premios Oscar. Gala que me negué a ver en redondo, no sólo porque el reparto de premios no suele ser de mi agrado, sino porque este año las nominaciones en sí me han resultado lamentables y todo parecía indicar que ‘Boyhood’, cuyo único mérito es haber alargado un rodaje durante 12 años, se iba a llevar el gato al agua. Pero cual fue mi sorpresa cuando, al comprobar los premiados, observo que ‘Birdman’ fue la gran triunfadora de la noche. “Espera, ¿qué la película que más me ha gustado de 2014 es la que se está llevando todos los reconocimientos?”, pensé. “No puede ser, algo falla”. Así que, raudo y veloz, me dispuse a volver a perderme en los entresijos de Broadway y reencontrarme frente a frente con el hombre pájaro. ¿Me habría jugado mi juicio una mala pasada? Tenía que comprobarlo.

Empezaba este texto con un poema escrito por Raymond Carver, el mismo que se puede leer al comienzo del film, esencial no sólo para comprender al personaje interpretado por un espectacular Michael Keaton, sino para descifrar una de las tantas lecturas de la película. Porque ‘Birdman’ no sólo habla del precio de la fama, de un actor venido a menos que, después de venderse a la comercialidad de Hollywood (crítica genial al cine actual), intenta por todos los medios volver a ser respetado por su capacidad artística. Tampoco se limita a reflexionar sobre el ego, a como estar en lo más alto puede acabar deformando el mundo que te rodea y destruirte poco a poco. O a reflejar el mundo actual, en el que un trabajo en el que se pone cuerpo, corazón y alma tiene menor reconocimiento que un vídeo grabado con el móvil de un hombre en calzoncillos caminando por Times Square. En el fondo, y lo que es más importante, ‘Birdman’ nos habla de los aciertos y los errores que cometemos en nuestra vida, de saber encajar todos los sucesos y decisiones de la mejor manera posible. De la búsqueda de comprensión y admiración de todos cuantos nos rodean y, en última instancia, de amor propio y aceptación. En cierto momento, el personaje de un glorioso Edward Norton es puesto a prueba por una no menos espectacular Emma Stone (que en ocasiones llega a comerse, casi literalmente, la cámara). Ella, buscando un tipo concreto de respuesta, le pregunta: “¿Si no tuvieras miedo, que me harías?”. A lo que él contesta: “Te sacaría los ojos de la cabeza, los pondría en mi propio cráneo y miraría a mi alrededor, así podría ver la calle de la misma forma en que lo hacía a tu edad.” Vemos la vulnerabilidad de un personaje que hasta ahora era el perfecto ejemplo de egocentrismo, narcisismo y un montón de palabras acabadas en “-ismo”, y es cuando nos damos cuenta de que hasta los que parecen estar cubiertos por una gruesa capa de seguridad también están sobrados de miedos e incertidumbres. Tantas como, por ejemplo, el personaje de Naomi Watts (-“¡¿Por qué no tengo nada de amor propio?!” +“Eres actriz, cariño”). Lo que Iñárritu y sus tres compañeros de guión nos ponen sobre el papel es una genial reflexión que se puede extrapolar a muchos ámbitos de la vida y hace que sea fácil conectar con la historia. Pero, sin conformarse con eso, también nos presenta una puesta en escena absolutamente brillante.

Junto a ese maestro de la fotografía que es Emmanuel Lubezki, el director mexicano nos cuela entre los ensayos de este grupo de actores, nos lleva por los laberínticos pasillos del teatro y nos colamos en los camerinos donde los personajes se desnudan física y emocionalmente. Todo acompañado de una originalísima banda sonora compuesta casi en su totalidad por una batería de jazz y con la genial idea de simular un único plano secuencia, maravillosamente planificado y ejecutado. Técnicamente es irreprochable el esfuerzo que se ha puesto en todos y cada uno de los apartados, siempre a favor de la historia, y el resultado es, cuanto menos, espectacular.

Podría alargarme mucho más, alabando los aciertos de esta genialidad del séptimo arte. Porque si, este segundo visionado me ha confirmado que no estaba equivocado y que, como reza el título de esta crítica, las segundas oportunidades son de vital importancia. Me atrevería a decir que ‘Birdman’ se ha llevado uno de los Oscar a la mejor película más merecidos de toda la historia y me ha hecho recuperar un poquito (solo un poquito) la fe en este tipo de premios. Me ha sorprendido, no lo esperaba para nada. Y es cuando me he dado cuenta de que la ignorancia, en ocasiones, es una auténtica virtud.
Mrk90
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