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España España · Valladolid
Críticas de Mrk90
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
6
5 de noviembre de 2011
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Odio que me ocurra esto. Me da mucha rabia cuando una película tiene todas las de ser un autentico peliculón, cuando el argumento es realmente interesante pero, por diversas razones, termina quedándose a medias.

Esta es la sensación que me ha dejado ‘El pequeño salvaje’, la cual nos cuenta la historia de Victor de Aveyron, un niño de unos 12 años que fue descubierto en un bosque de Francia en el año 1790, con rasgos de haber sido abandonado a una muy temprana edad y desprovisto de cualquier tipo de contacto con la civilización. Será entonces cuando el doctor Jean Itard, confiado en que el joven es tan normal como cualquier otro, se dedique exhaustivamente a intentar integrarle en la sociedad, enseñándole como comunicarse con el resto de humanos.

Como ya he dicho, el planteamiento resulta tremendamente interesante. Poco a poco, vemos como el doctor (interpretado por el propio Truffaut, director de la cinta) pone a prueba al pequeño, sometiéndole a horas de aprendizaje sin descanso, llegando a resultar cruel en ocasiones, todo por demostrar que es posible educar y reinsertar a Victor en la sociedad a pesar de sus condiciones y que, bajo esa fachada de hostilidad, hay una personalidad, capaz de expresarse, de sentir y de juzgar.

Hay que destacar la actuación del joven Jean-Pierre Cargol, muy creíble en su papel, y no así tanto la labor de Truffaut como doctor que, si bien está correcto, en ciertos momentos puede parecer un tanto inexpresivo. La interacción entre los dos personajes será la base de la película, con el Dr.Itard tratando de estimular la inteligencia, la memoria y la capacidad de comunicación del muchacho.

Pero a pesar de que el material con el que arranca la cinta es bueno, cuando esta se va acercando a su conclusión, la sensación de que la historia no ha avanzado es evidente. Todo está tratado con demasiada sencillez. La crítica social se muestra levemente y aunque los momentos referidos a la educación de Victor acaparan la mayoría de la cinta, no aportan la suficiente información y, al final, da la sensación de que el director lo que quiere es que reflexionemos sobre otras cuestiones, las cuales comentaré en el spoiler. Además, el uso de la música me resultó algo repetitivo y la dirección, aunque buena, en ciertos momentos es mejorable, como cuando Victor rompe el tazón de leche y se nota un corte en la imagen justo antes del golpe, para aparecer roto al instante.

Aún con todo, la película no es mala, resulta interesante y tiene un buen ritmo, no se hace aburrida. Pero al terminar, todo resulta inconcluso y me quedo prácticamente como al principio. Es una de esas películas en las que resulta necesario más minutos de metraje, tanto para mostrar más sobre la personalidad de los personajes y los momentos didácticos como para aportar algo más de información. Si esto hubiera sido así, estaría hablando de una película notable o sobresaliente, pero me ha resultado una decepción. Ciertamente, la historia merecía más.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Mrk90
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4
7 de junio de 2016
30 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Ay, las adaptaciones de videojuegos al cine! Si echamos la vista atrás nos encontraremos con un camino farragoso, un cúmulo de cintas mediocres que se agolpan una tras otra, un sinfín de despropósitos propios de la peor serie B. Incluso hemos tenido el cuestionable honor de descubrir a Uwe Boll, el Ed Wood del S.XXI, gracias a este tipo de producciones. Si bien tenemos obras notables como “Scott Pilgrim contra el mundo” (Edgar Wright, 2010) o “¡Rompe Ralph!” (Rich Moore, 2012), que beben de múltiples fuentes con bastante acierto, aún no hemos tenido una adaptación directa que deje satisfechos a crítica, público y fans. Tan solo podría salvar a “Silent Hill” (Christophe Gans, 2006) por su soberbia dirección artística y su acierto a la hora de recrear la atmósfera del juego, aunque falle en muchos otros aspectos. Pero como en los últimos años esto del ocio electrónico está dejando de ser cosa de unos pocos para convertirse en un fenómeno de masas, podíamos intuir que Hollywood no iba a desaprovechar la oportunidad de explotar a la gallina de los huevos de oro. Y que mejor manera de hacerlo que adaptando una de las franquicias con más éxito en los últimos tiempos, que cuenta con una legión de fans a sus espaldas y una mitología que no para de crecer con el paso de los años. Y, por si fuera poco, sentando a Duncan Jones detrás de las cámaras, que debutó con la íntima e interesante “Moon” en 2009 y demostró que está capacitado para el espectáculo con “Código Fuente” (2011). Todas las piezas parecían encajar para, al fin, romper la maldición… Pero nada más lejos de la realidad.

Antes de nada, he de reconocer que conozco muy poco el universo de Warcraft. He jugado brevemente a sus dos primeras entregas y disfruté de la tercera hace más de una década, mientras que nunca me he acercado a ese complejo universo que es “World of Warcraft”. Aun así, he podido contemplar algunas de sus impresionantes escenas cinemáticas que, dicho sea de paso, están mil veces mejor dirigidas que la cinta que nos ocupa. Porque seamos justos, considero a Duncan Jones un director muy solvente y con una carrera muy prometedora, pero aquí parece que no encuentra su sitio y da palos de ciego sin saber muy bien que hacer. Y no creo que sea porque no conoce el material que tiene entre manos, sino porque intenta abarcar más de lo que puede y trata de comprimir en 2 horas una historia que requeriría de un ritmo más pausado para desarrollar personajes y mitología. Esto queda claro en los primeros compases de la cinta cuando, a través de un horroroso montaje, saltamos de un lugar a otro sin ton ni son mientras somos bombardeados con nombres e información sobre el mundo de Azeroth. Si bien es posible que muchos fans del videojuego se sientan como en casa, los que desconozcan por completo la creación de Blizzard necesitarán su tiempo para situarse y seguir la acción. Pero no creo que este sea el único problema, pues durante el resto de la cinta no se desarrolla adecuadamente ninguna de las tramas y los personajes quedan bastante desdibujados. El guion, que trata de narrar el choque entre orcos y humanos, resulta farragoso y tira de soluciones que resultan fáciles y/o ridículas, y eso si se digna a explicar las cosas como es debido (por ejemplo, la trama del mago Medivh). Así que cuando llegan las escenas importantes y se debería marcan un punto de inflexión, me quedo totalmente indiferente al haber sido incapaz de empatizar con ninguno de los personajes. Y esto es especialmente sangrante si nos centramos en la historia de la Horda y, particularmente, en la del orco Durotan. Es, sin lugar a dudas, lo mejor de la cinta y tiene un potencial increíble pero, por desgracia, cuando llega el final me causa una indiferencia total. Culpa de las prisas y de dejar cabos sueltos para posibles secuelas. Una verdadera pena, porque la historia del jefe orco es muy interesante y es fácil comprender sus motivaciones y los dilemas a los que se enfrenta.

Pero si el guion no termina de funcionar cuando se trata de desarrollar a la Horda, es peor aún con la Alianza, sobre todo cuando entra en juego Garona, un personaje que sirve como nexo entre orcos y humanos y que tiene un peso muy importante en la trama, pero que termina cayendo en el mayor de los ridículos debido a un diseño muy mejorable, a un nulo desarrollo (ahora te odio, al minuto te respeto) y a ser partícipe de una trama romántica que no lleva a ningún sitio. Por no hablar de Travis Fimmel, que hace de Lothar un Ragnar Lothbrok totalmente descafeinado, cuyos tics no pegan ni con cola con el caballero de Azeroth.
Eso sí, he de reconocer que en cuanto a efectos especiales, la película resulta todo un espectáculo, sobre todo cuando se trata de representar a los orcos (atención a los primeros planos de Durotan, quitan el hipo). Es cierto que a veces el invento canta demasiado cuando hay humanos de por medio, pero en líneas generales resulta impresionante.

Siento que se ha desaprovechado una oportunidad única para traspasar a la gran pantalla un universo rico en detalles y a unos personajes con tanto potencial. Las prisas son malas consejeras, y está claro que aquí se ha querido contar mucho en muy poco tiempo, lo cual lastra la cinta hasta límites insospechados. Con otro planteamiento y tomándose las cosas con más calma, podría haber sido una película realmente buena. Se rumorea que alrededor de una hora de metraje se ha quedado en la sala de edición, lo cual podría ser una explicación de todo este galimatías. Aun así, me resulta difícil creer que un “montaje del director” pueda arreglar un guion tan simple, unas interpretaciones muy descafeinadas y una dirección tan impersonal. Por mi parte, seguiré esperando esa adaptación que me deje totalmente satisfecho...
Mrk90
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10
24 de febrero de 2015
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
And did you get what you wanted from this life, even so?
I did.
And what did you want?
To call myself beloved, to feel myself beloved on the earth.

Poco más de un mes ha pasado desde que vi ‘Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia)’ por primera vez y pocas veces he salido tan fascinado de una sala de cine. Si, puedo enumerar montones de películas que me han dejado pegado a la butaca y con una sonrisa enorme al final de la proyección (sin ir más lejos, la reciente ‘Perdida’ de mi amado Fincher), pero la sensación que me dejó el último trabajo de Alejandro González Iñárritu fue la de haber contemplado algo magistral, un trabajo atemporal que se recordará con el paso de los años. Un prodigio tanto en lo argumental como en lo estrictamente cinematográfico. Lo que a los críticos les gusta llamar “un auténtico logro”.

Y ayer se celebró la gala anual de los premios Oscar. Gala que me negué a ver en redondo, no sólo porque el reparto de premios no suele ser de mi agrado, sino porque este año las nominaciones en sí me han resultado lamentables y todo parecía indicar que ‘Boyhood’, cuyo único mérito es haber alargado un rodaje durante 12 años, se iba a llevar el gato al agua. Pero cual fue mi sorpresa cuando, al comprobar los premiados, observo que ‘Birdman’ fue la gran triunfadora de la noche. “Espera, ¿qué la película que más me ha gustado de 2014 es la que se está llevando todos los reconocimientos?”, pensé. “No puede ser, algo falla”. Así que, raudo y veloz, me dispuse a volver a perderme en los entresijos de Broadway y reencontrarme frente a frente con el hombre pájaro. ¿Me habría jugado mi juicio una mala pasada? Tenía que comprobarlo.

Empezaba este texto con un poema escrito por Raymond Carver, el mismo que se puede leer al comienzo del film, esencial no sólo para comprender al personaje interpretado por un espectacular Michael Keaton, sino para descifrar una de las tantas lecturas de la película. Porque ‘Birdman’ no sólo habla del precio de la fama, de un actor venido a menos que, después de venderse a la comercialidad de Hollywood (crítica genial al cine actual), intenta por todos los medios volver a ser respetado por su capacidad artística. Tampoco se limita a reflexionar sobre el ego, a como estar en lo más alto puede acabar deformando el mundo que te rodea y destruirte poco a poco. O a reflejar el mundo actual, en el que un trabajo en el que se pone cuerpo, corazón y alma tiene menor reconocimiento que un vídeo grabado con el móvil de un hombre en calzoncillos caminando por Times Square. En el fondo, y lo que es más importante, ‘Birdman’ nos habla de los aciertos y los errores que cometemos en nuestra vida, de saber encajar todos los sucesos y decisiones de la mejor manera posible. De la búsqueda de comprensión y admiración de todos cuantos nos rodean y, en última instancia, de amor propio y aceptación. En cierto momento, el personaje de un glorioso Edward Norton es puesto a prueba por una no menos espectacular Emma Stone (que en ocasiones llega a comerse, casi literalmente, la cámara). Ella, buscando un tipo concreto de respuesta, le pregunta: “¿Si no tuvieras miedo, que me harías?”. A lo que él contesta: “Te sacaría los ojos de la cabeza, los pondría en mi propio cráneo y miraría a mi alrededor, así podría ver la calle de la misma forma en que lo hacía a tu edad.” Vemos la vulnerabilidad de un personaje que hasta ahora era el perfecto ejemplo de egocentrismo, narcisismo y un montón de palabras acabadas en “-ismo”, y es cuando nos damos cuenta de que hasta los que parecen estar cubiertos por una gruesa capa de seguridad también están sobrados de miedos e incertidumbres. Tantas como, por ejemplo, el personaje de Naomi Watts (-“¡¿Por qué no tengo nada de amor propio?!” +“Eres actriz, cariño”). Lo que Iñárritu y sus tres compañeros de guión nos ponen sobre el papel es una genial reflexión que se puede extrapolar a muchos ámbitos de la vida y hace que sea fácil conectar con la historia. Pero, sin conformarse con eso, también nos presenta una puesta en escena absolutamente brillante.

Junto a ese maestro de la fotografía que es Emmanuel Lubezki, el director mexicano nos cuela entre los ensayos de este grupo de actores, nos lleva por los laberínticos pasillos del teatro y nos colamos en los camerinos donde los personajes se desnudan física y emocionalmente. Todo acompañado de una originalísima banda sonora compuesta casi en su totalidad por una batería de jazz y con la genial idea de simular un único plano secuencia, maravillosamente planificado y ejecutado. Técnicamente es irreprochable el esfuerzo que se ha puesto en todos y cada uno de los apartados, siempre a favor de la historia, y el resultado es, cuanto menos, espectacular.

Podría alargarme mucho más, alabando los aciertos de esta genialidad del séptimo arte. Porque si, este segundo visionado me ha confirmado que no estaba equivocado y que, como reza el título de esta crítica, las segundas oportunidades son de vital importancia. Me atrevería a decir que ‘Birdman’ se ha llevado uno de los Oscar a la mejor película más merecidos de toda la historia y me ha hecho recuperar un poquito (solo un poquito) la fe en este tipo de premios. Me ha sorprendido, no lo esperaba para nada. Y es cuando me he dado cuenta de que la ignorancia, en ocasiones, es una auténtica virtud.
Mrk90
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4
10 de junio de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cartelera es un campo de minas. Todas las semanas llegan nuevos estrenos a la gran pantalla y los avezados espectadores tienen que esquivar todas esas propuestas mediocres que, afortunadamente, con el tiempo acabarán cayendo en el olvido. Pero, cada cierto tiempo, llegan películas como “Dioses de Egipto”, haciendo ruido y creando una enorme expectación, aunque no por su calidad, sino precisamente por la falta de esta. Ha recibido palos a mansalva por parte de la crítica internacional y ya se posiciona como una de las favoritas a los premios Razzie del año que viene. ¿Es comprensible todo este revuelo? ¿Realmente se merece todos esos varapalos?

Alex Proyas ha demostrado en el pasado que puede ser un director bastante resultón con películas de culto tales como “El Cuervo” (1994) o “Dark City” (1998). Ahora le ha dado por pegar un salto al vacío e intentar sumarse a la moda de los superhéroes, eso sí, echando mano de la mitología egipcia, y el resultado no puede ser peor.
No es solo que el guion sea lo más plano, simple y facilón que se pueda echar uno a la cara, es que el resto de elementos funcionan de forma totalmente opuesta a como están planeados. Y aquí viene el mayor defecto de toda la cinta: Se toma extremadamente en serio a sí misma. Los responsables de este producto demuestran estar convencidos, durante los excesivos 127 minutos de metraje, de que estamos ante la nueva franquicia millonaria de Hollywood e intentan avasallar a la audiencia con escenas de acción espectaculares, personajes carismáticos, chascarrillos y, como no, la promesa de una segunda entrega. Sin embargo, lo único que pudo hacer un servidor fue soltar carcajadas, una tras otra, al ver el espectáculo que tenía ante sus ojos. Y tampoco vamos a ser crueles, hay alguna que otra buena idea, tanto de guion como visual, y la BSO no está mal, pero lo cierto es que todo roza el ridículo, eso cuando no cae en él estrepitosamente.

Culpa de ello, además de la razón mencionada, la tienen unos efectos especiales totalmente desastrosos, sobre todo por lo mal integrados que están los actores en los fondos digitales. El resultado son imágenes tan sumamente falsas que es imposible meterse en la acción, eso si la risa te deja prestar atención (En serio, casi me da algo al ver la cara de Gerard Butler pegada a una armadura digital. El mismo resultado que si recortas la cabeza de una revista y la pegas a la pantalla, tal cual). Y claro, como prácticamente el 100% de los planos contienen algún elemento CGI, la locura está servida. No entiendo cómo han podido abusar tanto de los efectos especiales sabiendo que el resultado iba a ser este. Mención especial también para la pelea en la catarata, donde todo esto se combina con un uso abusivo del “slow-motion” y con un horrorso movimiento circular de cámara que consigue elevar la vergüenza ajena a sus cotas máximas. Además, los actores no ayudan nada, pues ninguno consigue resultar convincente (ni siquiera Geoffrey Rush), cayendo muchos de ellos en la sobreactuación. Si añadimos a la ecuación resoluciones facilonas, momentos estúpidos (comento algunos de forma breve en la zona de spoilers) y deux ex machina a mansalva (aunque estando en una película sobre dioses, a lo mejor hasta tiene sentido), el resultado es...
¡una comedia involuntaria la mar de divertida!

Porque, no lo voy a negar, la película me entretuvo de lo lindo. Es cierto que en sus últimos compases ya estaba pidiendo la hora, le sobran 20-30 minutos perfectamente, pero mentiría si no dijera que me lo pasé como un enano y que volvería a repetir la experiencia sin ninguna duda. Eso sí, no me entretuvo como la película pretende hacerlo, y es que creo poder afirmar que estamos ante la mejor peor película del año. Entiendo las malas críticas, pero no puedo evitar recomendarla encarecidamente a todo el que quiera saber cómo no hacer una película y echarse unas buenas risas. Eso sí, mejor en casa, que pagar el precio de una entrada de cine por ver esto puede considerarse masoquismo.
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Mrk90
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8
5 de noviembre de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos lo debía. Fuimos muchos los que entramos en una sala de cine allá por el 2008, esperando reencontrarnos con un viejo amigo (el mayor aventurero de la historia del cine, lo llaman) y salimos decepcionados, preguntándonos que demonios podía haber pasado por la cabeza de los responsables para preparar ese regreso descafeinado y, por que no decirlo, decepcionante a casi todos los niveles (situaciones inverosímiles, personajes completamente desechables, etc.). Pero Spielberg no es tonto y 3 años después vuelve con la cabeza bien alta, nos mira sin pestañear y nos dice: ‘Señores y señoras, niños y niñas… Lo siento mucho, acepten esto como disculpa’, y nos regala una de las mejores películas de aventuras de los últimos años.

‘Las aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio’ es la adaptación al cine del cómic del mismo nombre, aunque toma elementos de otras historias como ‘El cangrejo de las pinzas de oro’ o ‘El tesoro de Rackham el Rojo’. Nunca he sido un fanático de las historias del periodista de Hergé pero, por lo poco que conozco, puedo decir que no es una mala adaptación. Es verdad que inventa situaciones y, si bien no deja de ser un revuelto de varias historias, lo cierto es que está todo tan bien hilado, los personajes son tan carismáticos y, en general, todo está tan bien cuidado en este guión firmado por hasta 3 puños (entre los que se encuentra el de Edgar Wright, autor de dos de las mejores comedias británicas de la década pasada), que incluso la mayoría de los llamados tintinólogos han quedado encantados con está producción.

El aspecto visual de la película es notable, habiendo sido la captura de movimiento la mejor elección posible. La mezcla entre animación por ordenador y acción real le sienta de auténtico lujo. Los personajes tienen unos unos rasgos caricaturescos, inconfundibles, calcados a los del cómic, y las localizaciones están realmente bien realizadas. Otro gran trabajo de Weta Digital. Pero esto no sería nada sin los actores debajo de ese maquillaje digital. Todos cumplen bien su función, pero el que se lleva la palma es Andy Serkis, que interpreta al Capitán Haddock. Es, sin duda, el mejor personaje de toda la película gracias a su expresiva interpretación (ya nos estamos acostumbrando a que, detrás de cada gran personaje digital, este hombre esté detrás) y a la estrambótica personalidad del personaje.

(Sigo en Spoiler por falta de espacio)
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Mrk90
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