El alma del gran Carl Sagan no parece habernos abandonado. Sus cenizas orbitan la Tierra, observando cómo evoluciona la vida en este punto azul pálido. Y seguro que se sentirá orgulloso por el hecho de que su legado, cuyo pilar fue la maravillosa serie "Cosmos" (1980), haya estado tan bien conservado hasta nuestros días y haya dado fruto a un "remake" tan actualizado y tan vistoso como el que nos ocupa.

El astrofísico Neil deGrasse Tyson encarna lo que muchos de nosotros hemos desead alguna vez. Conoció a Carl Sagan de muy joven y, gracias a él, encaminó su vida hacia la ciencia y la investigación, hacia la orilla del océano que esconde el mayor de los misterios. No puede haber mejor maestro de ceremonias en estos nuevos 13 capítulos, de estructura parecida a la de la serie original, y apoyados por una gran porción del alma de Sagan: Ann Druyan.

La nave de la imaginación recorre el cosmos de lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande, mostrando los conceptos científicos de forma clara y muy visual. De los átomos a las Galaxias, pasando por las estrellas y los planetas, e incidiendo en la historia de las mentes que ayudaron a comprender la naturaleza de las cosas. Nombres famosos y nombres casi anónimos que han aportado su conocimiento a base de desarrollar sus sueños de acercarse a los secretos de la vida o de la mecánica celeste.

A pesar de la innegable calidad de todo el conjunto, no es posible igualar la perfección formal de su predecesora. Por mucho que se intente, DeGrasse no es Carl Sagan ni Alan Silvestri es Vangelis. Es como intentar superar la velocidad de la luz; son barreras que están ahí, uno puede acercarse a ellas pero jamás igualarlas o superarlas.

El resultado nunca será el mismo, pero es indudable que el intento ha merecido la pena. "Cosmos: una odisea del espacio y del tiempo" es el complemento perfecto de "Cosmos: un viaje personal". Después de todo, sigue siendo la historia de todos nosotros.