Las batallitas de submarinos siempre han sido bien recibidas dentro del cine bélico como un subgénero interesante. El referente que a todo el mundo le viene a la cabeza es la obra maestra de Wolfgang Petersen, “Das Boot” (1981), de la que Jonathan Mostow ha querido inspirarse de alguna forma para su “U-571”, aunque es difícil no repetir situaciones en un subgénero que tiene poco margen de maniobra para innovar.

El filme se acerca más al thriller que al cine bélico. Sus mejores bazas radican en las escenas de acción, muy bien elaboradas, y en sus inevitables momentos de tensión claustrofóbica. Se encuadra, cómo no, durante la Segunda Guerra Mundial, y se centra en la recuperación de la archiconocida máquina “enigma” de los alemanes con el objetivo de intentar descifrar su funcionamiento y poder así descodificar los mensajes.

El ritmo de la cinta varía entre frenético y sosegado, pero sin disminuir la atmósfera de tensión ni un ápice. Mostow ya demostró tener buena mano para el thriller con “Breakdown” (1997) y con la incomprendida “Terminator 3: La rebelión de las máquinas” (2003). En “U-571” pone toda la carne en el asador y nos ofrece escenas muy vistas pero bien ejecutadas, y transforma un guion bastante mediocre en una película muy entretenida.

Se nota que Mostow no se preocupa tanto por los actores como por el acabado técnico, ya que no parece tener apenas algo de interés por desarrollar los personajes. Vale que a Matthew McConaughey le faltaran aún algunos años más para ser el gran actor que es ahora, o que Jon Bon Jovi sea tan limitado delante de las cámaras cuando no se trata de un concierto, pero no es forma de tratar así a alguien de la talla de Harvey Keitel, quien apenas tiene un papel tan anecdótico como el de Bon Jovi. Él solito podría haber elevado el nivel de la cinta a altura de periscopio.

Con todo, “U-571” se puede recomendar perfectamente si se quiere disfrutar de un entretenimiento con cierta calidad, pero sin pedirle mucho más. Interesante.