De dioses y hombres

“El amor lo supera todo” como “un buen pastor que no abandona a sus ovejas aunque aparezca el lobo”.
Esta película es maravillosa, muy bien planificada, con fines de dar un mensaje y dejarlo en todos.
La película es un drama muy lento, por lo que para algunas personas que no sepan valorar el arte puede resultar aburrida, pero para los que si, se hará larga pero entretenida y a veces causa mucha tensión.
Esta película nos lleva al mensaje del amor como escribí en el principio de esta crítica.
Pero los aspectos que más dan vida a esta historia de fuerte argumento son los técnicos; el fuerte más grande de la película esta en los planos y paisajes hermosos que muestra su cinematografía.
En cuanto a personajes y actuaciones, son de las cosas que más resalta en esta producción.
Una película para reflexionar y para entender más cosas sobre la vida misma.
Me hubiera gustado que hubiera estado presente en los Oscars 2012 como nominada

Que una película profunda, reflexiva, honesta y protagonizada por un grupo de monjes cistercienses que viven en un monasterio en la montaña en Argelia se convirtiera en una de las sensaciones cinematográficas del año 2010 no deja de ser una gran noticia. Es cierto que esa notable repercusión quedó un poco reducida al ámbito exclusivamente cinéfilo y no se tradujo en un éxito masivo, pero aun así es de destacar.
La sorpresa también vino de la mano de su director, Xavier Beauvois, ya que su breve y correcta filmografía anterior (cuatro películas en veinte años) no hacia presagiar que fuera a conmocionar a la audiencia del Festival de Cannes como lo hizo con la presentación de su película en 2010.
La historia que cuenta De Dioses y Hombres es muy sencilla de contar, aunque en realidad esconde una carga de complejidad y sutileza importante tanto en su contenido como en su puesta en imágenes. En un monasterio perdido en las mantañas argelinas viven ocho monjes cistercienses, todos de origen europeo. Y lo hacen conviviendo en perfecta armonía con el entorno tanto físico como humano que les rodea. Pero cuando un ola de asesinatos y violencia de caracter religioso se acerca peligrosamente a su entorno empiezan a surgir las dudas sobre la conveniencia o no de seguir con su labor. El debate que surge entre los monjes aporta las suficientes dosis de hondura como para hacer que la historia se eleve por encima de su aparente sencillez, hasta llegar a un final que, al margen de otras consideraciones, transmite sobre todo serenidad.
De dioses y hombres es una película que practicamente no admite pegas. Xavier Beauvois demuestra una sutileza y un tacto extremos a la hora de mostrarnos la vida dentro de esta comunidad religiosa, y, sobre todo, la relación llena de cercanía, y alejada completamente de cualquier atisbo de hostilidad, entre los monjes y el entorno rural en el que viven. La camara Beauvois flota reflexiva dentro de ese monasterio con la misma naturalidad con la que agrede al espectador con los puntuales pero decisivos estallidos de violencia.
Es precisamente porque la película no admite, practicamente, discusión por lo que me molesta profundamente no sentirme conmovido cuando el conmovedor final inunda la pantalla de, como he dicho antes, serenidad. No se si el problema reside en el ritmo, adecuadamente, contemplativo del relato o en la más burda excusa, por mi parte, de que posiblemente no era mi día, pero desgraciadamente De dioses y hombres no ha calado tan hondo en mi como, por su innegable valor, debiera haber hecho.
Ni siquiera puedo responsabilizar de este hecho al mal trabajo de sus interpretes, ya que todos los actores, encabezados por Lambert Wilson, estan espléndidos, con mención especial para el gran Michael Lonsdale, que tiene uno de los personajes que más calan en el espectador.
Solo me queda dejar pasar un tiempo, y recuperar esta historia para comprobar si en otro momento y en otras circunstancias consigo que me emocione en todas y cada una de sus multiples aristas. O es que a lo mejor, y viendo su nota media en esta misma página, no hay para tanto y mi comentario es solo fruto de mi complejo de inferioridad ante según que películas. No se, me lo tendré que mirar.

Bajo mi punto de vista, creo que sería una buena película si no fuese tan repetitiva. Se suceden las secuencias y se vuelven a repetir las mismas secuencias. No avanza. Llega un momento en el que piensas en pasarla para adelante. Lo que pasa es que como le vas a hacer una crítica, no lo haces.
Tiene un elenco de actores estupendo. Cuentan cuando hablan y cuando no, el problema es que están mucho tiempo de contar.
La película cuenta muy bien esa difícil decisión entre lo que piensan como personas y lo que piensan como monjes.
Esta muy bien elegido el casting ya que todos son ancianos.
Si hubiese durado como cuarenta minutos menos seria muchísimo mejor.
Aunque no me justa al fotografía ni la planificación. Salvo el final que si tiene una buena fotografía.
Realmente parece que estés en mitad de una guerra. La ambientación está muy bien.

El problema es que se me hace larguísima

Antes de que Scorsese se aventurara con Silencio a explorar el cine sobre el martirio cristiano, ya se habían rodado bastantes películas con esta temática. Sin contar con los primeros mártires del siglo I, he comentado Un hombre para la eternidad (1966), Una vida por otra: Maximilian Kolbe (1991), María Goretti (2003) y Popieluszko (2009). Hay muchas películas más que espero ir añadiendo poco a poco a esa lista de personas que murieron derramando su sangre por Cristo y su Evangelio y perdonando a sus verdugos (condiciones ambas imprescindibles para ser considerado mártir).

De Dioses y hombres (ganadora del Premio del Jurado en el Festival de Cannes) cuenta la historia del martirio de siete monjes trapenses asesinados por los musulmanes en 1996 en Argelia durante la guerra civil de ese país. Xavier Beauvois recrea los últimos años de vida de sus compatriotas. La acción comienza en 1993 en Tibhirine, una pequeña población en la que ocho religiosos viven comunitariamente en fraternidad y sintonía con la población local. Dedicados a sus oraciones, sus quehaceres cotidianos siguiendo la regla de San Benito (ora et labora) ayudan a los lugareños con alimentos y un pequeño dispensario médico. Todo es armonía (el principio del film recuerda el ritmo pausado de la vida contemplativa detallada en El Gran Silencio) hasta que un grupo fundamentalista islámico asesina a un grupo de trabajadores croatas. A partir de ahí cunde el pánico entre la población, que pide a los monjes que permanezcan con ellos y no se trasladen a un lugar más seguro. Es en este momento donde se producen los momentos más intensos y los diálogos más profundos del film.

El prior del convento tiene un diálogo con una mujer musulmana estremecedor y que merece la pena ser destacado:

- "Somos como los pájaros sobre la rama", dice el prior,
- “No, no sois los pájaros; vosotros sois la rama y nosotros somos los pájaros, si os vais, no tendremos donde agarrarnos”, responde la mujer.

Como comunidad e individualmente los religiosos van dejando ver a partes iguales su fe, sus temores, sus miedos y su soledad. Están allí para integrarse en la población, pero también deben proteger sus vidas. ¿Deben escoger el poder evangelizar en un lugar más seguro o permanecer allí a pesar de arriesgar sus vidas a un martirio más que probable?

Esta disquisición tan difícil de resolver se sigue repitiendo casi cotidianamente. El año pasado, en 2020, 20 misioneros fueron asesinados. Ahondando en cifras, desde el año 2.000 el número de misioneros asesinados se eleva a 535, cinco de ellos obispos. De todos y cada uno de ellos se podría rodar a buen seguro una película con sus testimonios de vida y de fe.

Un grupo de monjes cistercienses de la orden de la trapa viven en armonía en la zona montañosa del atlas argelino. Su pausada y devota vida es sacudida por la llegada de radicales islamistas que quieren instaurar su propia visión del mundo.

Xavier Beauvois cocina a fuego lento una historia basada en hechos reales ocurrida en el contexto de la guerra civil argelina de los 90. El realizador nos imbuye en la cotidianeidad de los monjes grabando al mismo ritmo que al de las sosegadas vidas de los monjes.

Otro elemento clave y profundo del film es la dicotomía moral en la que se ven envueltos nuestros protagonistas: ¿Se quedan para mantener intacto su destino y su deber moral o por otro lado huyen para salvar sus propias vidas y seguir haciendo aquello por lo que decidieron dejar su vida anterior: ayudar al prójimo?

La película llega a un clímax bellísimo. Una secuencia que parece retratar la última cena de Jesucristo. Con una emoción "in crescendo" realmente emotiva acompañada de la música del lago de los cisnes. Reflejan en su rostro mucho sin decir nada.

Los detalles técnicos más destacados de la película son los planos largos y amplios que nos enseñan las tareas diarias de los protagonistas dándole importancia suma a su día a día. Y, por otro lado, el director consigue mantener la dosis suficiente de intriga ante la incertidumbre de como acabarán los monjes.

Ganadora en 2010 del Gran premio del jurado en el festival de Cannes y de tres premios César.

-Texto realizado por 《 Grupo Salvaje 》
para Plano Genera