De dioses y hombres

Fui con interés a ver esta película de la que había leído muy buenas críticas y el tema que trata se me antojaba sugerente en esta época de desencuentros entre fanatismos religiosos. Mi gozo en un pozo.
Comenzó mi mosqueo ya antes de comenzar la proyección al ver la sala abarrotada de ancianas y religiosas que imaginé acudían al cine más por prescripción sacerdotal del sermón dominical.
Es una película pesada y aburrida, reiterativa en sus escenas de maitines y misas que, eso si logra, nos muestra la tediosa vida de los monjes. Peca de inverosímil en algunos momentos, y desaprovecha una ocasión perfecta para mostrarnos las contradicciones humanas, las dudas, los temores de quienes ven peligrar su vida y padecen las amenazas de terrorismo por un lado y de un ejército corrupto por el otro.
Más que una historia nos narra un panegírico para consumo de creyentes acríticos. Falta realismo y sobran glorificaciones.
En definitiva una película de héroes y villanos muy mal contada.

Dos horas y pico interminables de película. El director parece querer contarlo todo (lo que ya sabemos), cuando todo no es necesario. Parece olvidarse de uno de los mejores recursos del cine: las elipsis espacio-temporales.

No nos aclara nada sobre el tema que le da acción e interés a la película: El terrorismo fundamentalista y la corrupción de un gobierno. Sin embargo, le interesa aburrirnos contando hasta el ultimo rezo y canto gregoriano.

El film concuerda con la vida monacal: triste, aburrida y monótona. Sin ningún tipo de excitaciones.

Para el que le gusten las pelis de curillas sensibleros que creen ser la punta de lanza destinada a hacer del mundo un lugar mejor con el cristianismo a la católica como bondadosa fuerza de choque, un peliculón. Para el resto de la población, pues como ver crecer la hierba, y por momentos hasta para salir cabreado. Los actores, eso sí, muy dignos. "Bendito" pulso francés.

Normalmente, sería demasiado tópico decir que el cine euopeo disfruta de los silencios para añadir una no siempre conseguida tensión dramática a sus historias. Sin embargo, en una película que versa sobre la vida en un monasterio, este tipo de silencios, unidos a la destreza y buen ojo con el que la música (y sus letras) se acoplan perfectamente a la trama, logrando una armonía perfecta que saca la emoción a flor de piel; es más que un acierto por parte de Xavier Beauvois.

El guión, a su vez, no desmerece en absoluto la calidad técnica del film, pues descubre personajes humanos, débiles y luego fuertes en la adversidad, y en una perfecta progresión. Lambert Wilson resulta más que excelente, no sólo por su actuación, sino por el lujo de los demás personajes que lo rodean. Aún así, algunas de las escenas finales pueden dar la impresión de que la película se hace larga, y no vemos el momento de que termine. Hasta que llega el final, y, de nuevo, el silencio, y de nuevo, la música; que desde luego no nos deja indeferentes, y nos hace salir de la sala con un muy buen sabor de boca.

Excelente película, una de las entradas mejor invertidas en bastante tiempo. Disfrútenla en cuanto puedan.

Como era aquél aforismo... los grandes manjares se degustan en platos pequeños.
Tuve la gran suerte de ver esta película en versión original (subtitulada jeje, que a mí el francés como que no se me da bien). Podría decir, simplemente, que tuve la gran suerte de verla y ya. Supongo que, a priori, puede resultar un poco arduo introducirse en su "alma", su ritmo, tan pausado. Pero hay que hacerlo. Hay que esforzarse en dejar atrás la ciudad, el estrés, el trabajo, para entrar en otro mundo, un lugar donde no existen los relojes ni las prisas. El interior de un pequeñísimo monasterio en algún lugar del Magreb (Argelia, imagino). Dejarse subyugar por ese tiempo sin tiempo, los rezos de la comunidad, su sentido de la vida. Y una vez que estás dentro, que entiendes y disfrutas de esa forma de vivir y sentir, viene la historia de la elección que unos hombres, simples hombres, hacen ante el miedo y la muerte.
Cada uno de los actores es capaz de transmitir con una simple mirada, un gesto, incluso un silencio, más que una tesis doctoral. Memorable aquella "última" cena de la que no diré más, ni en el spoiler, por no dar demasiadas pistas.
Cuando la película terminó todos, en la sala, sentimos que aún no había acabado. Aún continuaba en nosotros.
No me quiero poner estupendo :) Quizá el haberla visto muy bien acompañado tuvo algo que ver. Le doy un 9 al film y un 10 a aquella bellísima velada jeje.