Una vida en tres días

Hacia mucho tiempo que no presenciaba un cambio de registro tan brutal como el que ha vivido Jason Reitman en su ultimo film. Habituado a vivir en un limbo perfecto entre la comedia y el drama, y ahora se muda a la acera del melodrama fácil de novela romántica, ese tan empalagoso como comerse un mazapán en mitad del desierto. Es un cambio muy radical, y del cual Reitman sale derrotado.
“Una vida en tres días” es de esas películas en las que todo es tan perfecto y tan bonito que dan ganas de clavarse palillos en los ojos, literalmente. El film parte de una premisa que, admitámoslo, resulta bastante inverosímil. Una madre y su hijo que compran en un centro comercial y, aprovechando las “ofertas”, van y se dejan secuestrar por un tipo que se ha fugado de prisión. Resulta que al tipo en cuestión lo acogen en casa con la excusa de prestarle ayuda, y viendo que es “don perfecto” en carne y hueso, deciden alargar su estancia y pasar un puente de ensueño. El fugado llena sus vacíos emocionales, y madre e hijo hacen lo propio con sus carencias afectivas. Y ahora díganme, ¿no les parece el principio del relato ligeramente absurdo?... Cuando la lógica dicta que lo fácil hubiera resultado huir de un preso que no va armado, la buena de Kate Winslet decide montarse una escapada paradisiaca con preso incluido. A raíz de esta premisa se desarrollan noventa minutos largos de romanticismo de manual, todo muy evidente y totalmente carente de emoción, que es justamente lo que pretendía transmitir Reitman.
Honestamente creo que la única función de “Una vida en tres días” es dejar a la altura del betún al marido medio. Resulta que el bueno de Josh Brolin: cocina de muerte, es un manitas, sabe jugar al béisbol, quiere aprender a bailar, tiene buenos modales y no duda en usarlos... ¡Maldita sea, que hace en la cárcel!, exclamaran ellas. ¡Maldita sea, que siga en la cárcel!, exclamaremos nosotros.
Otra cosa que la sentencia al olvido es esa terrible manía que tienen los americanos de darle un final feliz a toda historia que se precie, lo que estropea más si cabe la película. Vale que el film esta basada en un libro y Jason Reitman ha optado por respetarlo, pero si hubieran optado por diferenciarse de la novela y finalizar la película en el punto mas amargo, podría haberle dado más enjundia al producto final. Pero como han optado por el final amable y meloso, pues hace que “Una vida en tres días” se quede en terreno de nadie.
Al final “Una vida en tres días” es una cinta que avanza a ritmo de limusina matrimonial durante tres cuartos de su metraje, para luego pisar el acelerador ligeramente al inicio del tercer acto, lo que levanta un poco el ánimo. Se ve bien y fácil, pero en ningún momento me transmitió la emoción que pretendía y, obviamente, les gustara más a ellas que a ellos. Eso si, todos los que seáis de lágrima fácil, preparad los pañuelos. Seguramente “Una vida en tres días” sea la cinta más floja de Jason Reitman hasta la fecha.

Una película que no está mal, pero que tampoco (y según mi opinión) es que sea una de las mejores. Es un tanto aburrida y monótona, previsible hasta ciertos aspectos y que se empieza a hacer pesada antes de llegar a los 60 minutos. Por otro lado a los actores encuentro que les falta ese "algo" característico de cada actor que los hace especiales y que resultan atractivos u odiados. Al no ser así también los hace aburridos. Aun así tiene una base bastante "sólida".

La historia puede ser inverosímil, como dicen algunas críticas. No digo que no. La verdad es que para ser un fugitivo al que buscan a conciencia por la zona, no parece muy preocupado ni que tome muchas precauciones. No obstante, si lo que se espera de una buena película es que te la creas y la vivas, ésta lo consigue.
Si no te has informado previamente de la trama, no sabes muy bien lo que estás viendo. Empieza como un drama. Pero a los pocos minutos se convierte en un thiller. Es cierto que la violencia es muy light,casi inexistente; y de echo, el malo de la película te va ganando con su amabilidad. Pero si por thriller entendemos una película de suspense, ésta lo tiene.
Pero poco a poco va derivando a un drama romántico. Y el desenlace, te llega a conmover.
Independientemente de lo verosímil o no de la película, creo que transmite de manera poderosa una hermosa lección: La necesidad que tenemos todos de amar y ser amados. Entendiendo que el amor, como explica la protagonista, no es "solo un intercambio de fluidos" sino "lo que se siente, el hambre del contacto humano". Como lo resume el exmarido, la protagonista "estaba enamorada del amor". Y lo mismo consigue el director que sintamos nosotros, los espectadores.

No me considero una persona sensible ni, la verdad, romántica. Realmente es que no lo soy y, por suerte o por desgracia, eso se manifiesta en mis gustos artísticos (cine, TV o literatura). Aún así, reconozco que lloro como un idiota con sólo pensar en el perro de Fry en “Futurama”, me trago las pelis románticas sin excesivos problemas y, de hecho, me gusta que los protagonistas acaben juntos y felices, preferiblemente cuanto antes.

Pero, de vez en cuando (muy de vez en cuando), me encuentro con películas que me dan la sensación, por lo que cuentan o cómo lo cuentan, de que entienden de qué va esto del amor. Obviamente, hablo de cine serio (no de comedias adolescentes) y no me refiero a que hagan vivir intensas historias de enamoramiento, atracción o pasión, sino que plantean ciertas claves que te hacen pensar que quien haya escrito o dirigido la película ha tenido experiencias vitales profundas y ha reflexionado sobre ellas como sacar lecciones y comunicarlas. Vivir, entender y transmitir: parece fácil, pero cuando se trata del amor es casi más complicado que la mecánica cuántica. De hecho, estoy seguro de que se puede huir preventivamente de cualquier obra que aspire a destilar la esencia del amor porque no puede ser otra cosa que un truño pedante que trate de poner palabras e imágenes a lo inabarcable.

Los grandes dramas románticos que perduran, lo hacen porque han encontrado la manera de contar una historia que nadie pueda rebatir, porque reflejan un aspecto del querer con el que el todo universo de espectadores se siente identificado, ya sea por experiencia o por empatía. Y digo ‘un aspecto’ con toda la intención, porque pretender abarcar más es tontería y focalizar la narrativa en el cariño, la pasión, el afecto o la ternura, si se hace bien, es más que suficiente. “Los puentes de Madison” es el ejemplo más claro y esta “Una vida en tres días”, es de las pocas obras que he encontrado del estilo que me hayan llamado la atención. El amor como elemento de redención. Individual, mutua o colectiva. Gente en apariencia normal, pero con almas heridas y condenadas a la miseria interior, que encuentran cuando ya había desaparecido toda esperanza, esa conexión que les cambia la existencia.

“Una vida en tres días” discurre a varios niveles y con formato de drama. No todo en ella gira en torno al amor, pero aquí, allá y en sus desenlaces deja detalles que confirman que entiende y sabe transmitir sentimientos. Me la creo a ella y me creo a sus personajes, por forzadas que puedan estar algunas situaciones.

Iba al cine esperando ver una gran película, de esas que no se olvidan fácilmente y lo que me he encontrado es una gran decepción. Pero no es todo malo. Kate Winslet está muy bien, salva la película. La veía sufrir y me la creía. Y eso que es difícil cuando el guión es tan malo y tan poco verosímil. ¿Y los diálogos? ¿Es posible que leyendo ese guión haya algún productor que quiera poner dinero para esa película?

Además, ver a James Van Der Beek en ese papel me ha deprimido muchísimo... ¿Cómo ha podido Dawson quedar para eso? Y lo mal que lo hace, además... ¡¡En vez de un policía parece un violador de niños!!

La realización, sin embargo, me parece buena. Tampoco están mal los personajes del niño y de Brolin. Bien la fotografía, el arte aceptable... Todo esto, sobretodo Kate Winslet, es lo que me hace ponerle un 4 y no menos a este film.