El dictador

Es bastante fácil imaginar lo que se le puede pasar por la cabeza a un mandatario de estos, poder, riqueza, etc… ¿no? Larry y Sacha todavía van más allá y dan una vuelta ¡no! dan varias vueltas de tuerca y trivializan sobre los dictadores de la forma más tronchante que te puedas imaginar. Tercera película que lleva el sello de este tándem tan variopinto como tan variopintas son también sus películas: “Borat” en 2006 y “Brüno” en 2009. “El Dictador” exagera hasta el punto de poner contener la risa, desde el comienzo con la introducción hasta los títulos de crédito finales con tomas falsas incluidas es imposible mantener la mandíbula cerrada (aunque ya se sabe que habrá gente que no soporten este tipo de humor soez, vulgar y descacharrado, ¿que se les va a hacer?)

Larry Charles y Sacha Baron crearon a “Borat” a modo de experimento, jugaron con la improvisación y consiguieron algo muy difícil de superar. Aquí hay un guion y todo funciona “controlado” pero Sacha es un genio, lo comparan con el mismo Peter Sellers, ¡ahí es nada!, solo con verlo ataviado con el uniforme de Almirante General Aladeen y esa pinta se te suelta la sonrisa.

Aunque a primera vista el personaje más parecido sea el de Sadam Husein, la inspiración les llevo a otro dictador más peculiar, el dirigente sirio Muamar el Gadafi, un hombre lleno de excentricidades, como la de las escolta de vírgenes (vete tú a saber si eran vírgenes), o la indumentaria real que se ponía, más parecida a la de una anciana de vacaciones en Benidorm.

La historia contiene también una parte romántica, Aladeen se enamora de su salvadora Zoey (Anna Faris), actriz con una trayectoria en la comedia envidiable como “Scary Movie” 2001 o “Cuerpos de Seguridad” 2009, Zoey es vegetariana, solidaria, humanista y pacifista, vamos…todo lo que un opresor dictador puede querer, con ella aprenderá un parte nueva de la vida (entre otras cosas como consolarse uno mismo).

El personaje de Aladeen es despótico, guarro, tirano, absurdo, vicioso, ridículo, irreverente, etc. , y encima Sacha lo borda ,por todo esto es por lo que te ríes hasta no poder más. Señores disfrutar del espectáculo, el “El Dictador” es puro entretenimiento con risa asegurada, ¿Qué más se puede querer?

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184/07(17/08/12) La última gamberrada de Sacha Baron Cohen es una comedia divertida, no te aburres, pero cae en la irregularidad alternando buenos momentos con otros muy flojos. Es una sátira política a la que le echo en falta más mala leche. Gira en torno a Aladeen, un dictador de un estado ficticio de África, Wadiya, una mezcla entre Sadam Husseim, Gaddafi y Kim Jong-il, a este último está dedicada la cinta, Aladeen es un sátrapa hilarante, dispone a su antojo de las vidas de sus súbditos, es un ególatra infinito, proyecta crear armas atómicas, pero sus científicos quieren hacer las puntas de los proyectiles curvos y él los quiere en punta, entre sus narcisistas ideas está cambiar las palabras positivo y negativo por una sola, Aladeen, con los consiguientes equívocos, odia la democracia, y para defender su régimen de terror viaja a Nueva York para hacer un discurso en la ONU. El relato no resulta original es una especie de cruce entre ‘El Príncipe de Zamunda’ y ‘El Gran Dictador’, de esta última rezuma hasta lo del discurso final, lo del poderoso/millonario que pierde su identidad y se ve obligado a entender a los ‘plebeyos’ es algo bastante trillado. Lo peor que se puede decir de una comedia es que sus mejores y más risibles bazas las gastó en el tráiler, de hecho en su primer tramo en Wadiya gasta sus mejores balas, una tremenda batería de sketchs ingeniosos, cuando pasa a Nueva York la irregularidad se apodera del metraje con lapsos tediosos, salvados por tres chispazos-gags, uno se da con Aladeen subido con un amigo en un helicóptero turístico sobre New York, entre los dos hablan en árabe y gesticulan dando a entender a una pareja de americanos sentados enfrente que son terroristas, desternillante, otro es el del parto con la visión desde el útero al exterior y la posterior sentencia de Aladeen <Malas noticias, es una niña. Donde está el cubo de la basura?>, hilarante, y queda el escatológico del poyazo contra la ventana, es la simpleza de caca-culo-pedo llevada al extremo, imposible no se te escape la sonrisa, el resto es una acumulación de gags mal hilados, muchos vulgares, otros carecen de frescura, otros resultan idiotas, ello en medio de un argumento bastante endeble y disperso en su pretendida crítica a nuestra sociedad, reflejado esto en el destroyer discurso final de Aladeen donde defendiendo la dictadura la compara con la democracia estadounidense no quedando muy bien parada esta última, el colmo es la equidistancia que hace al dedicar el film a Ahmadinejad, Bin Laden, y a Dick Cheney. La cinta cierra una trilogía dirigida por Larry Charles en que arremete sobre todo contra la sociedad americana, en ‘Borat’, ‘Brüno’ y ahora esta que es la más floja de ellas, le falta regularidad y le sobran momentos tibios. En conjunto una divertida sátira política. Fuerza y honor!!!

Vuele Larry Charles con otra comedia estereotípica. Ahora es el turno de los dictadores. Después de Borat (2006) y Brüno (2009), Larry Charles ha hecho, en mi opinión, su mejor colaboración con Sacha Baron Cohen.

La cinta está llena de gags y no estás más de 5 minutos sin reírte o al menos reconocer la exageración de los chistes. Algunos muy sofisticados y sutiles, otros puro humor negro o machista, el cual si miras sin prejuicios y sabiendo diferenciar bien las cosas sabrás apreciar.

Lo mejor, además, no es sólo eso. También tiene una crítica hacia América y también a las dictaduras actuales, así como a los fanáticos que las apoyan. El discursito del final hablando de lo que se podría hacer si América fuera una dictadura es una bofetada a la falsa democracia.

No nos vamos a engañar. La historia es simplona, pero es muy divertida. Existirá gente que no comprenda el tipo de humor, o que no vea humor detrás del machismo o el racismo recordad que la ironía es también humor.
Yo la verdad es que no me esperaba reír tanto y me he llevado una grata sorpresa.

Ver "El dictador" es como ver a un chaval de 12 años fumando. Él se cree rebelde y transgresor, pero a cualquier persona relativamente madura le resulta ridículo.
Seamos sinceros, en una sociedad tan carente de valores como la nuestra, hacer humor irrespetuoso (a veces salvajemente ofensivo) no es ninguna transgresión.
La película tiene unos cuantos gags buenos, pero sencillamente no tiene ni pies ni cabeza.
Quizá pueda ser recomendable para verla fumando porros con un par de colegas en el sofá. Yo la vi sereno y en el cine y me arrepentí de pagar una entrada para tragarme semejante bodrio.

Soy fan de Sacha Baron Cohen. Coguionista en esta ocasión, ha sabido pasar de la cámara oculta (que siempre me escamó) a la ficción sin perder un ápice de sarcasmo y crítica social.
Hay algunas secuencias épicas y diálogos desternillantes, sobre todo los políticamente incorrectísimos.
Buenísimos los cameos y las referencias a famosos.