¡Qué ruina de función!
5.225
Comedia
Comedia con aires de screw-ball que narra los avatares del estreno de una obra de teatro llena de delirantes y divertidos contratiempos. (FILMAFFINITY)
12 de agosto de 2005
6 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia escandalosamente buena. El ritmo es frenético y al final duele el estómago de tanto reirse. Los gags se suceden uno tras otro y el humor es variadísimo(caidas, enredos, equívocos). Los actores están geniales, en especial Michael Caine, que como siempre se sale. Una joya.
23 de octubre de 2022
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nota de la página no se corresponde con la realidad de la película, te lo aseguro. Bueno, si te gusta ese humor histriónico basado en puras tonterías con ritmo loco tipo screwball malo, pues quizá te parezca justa la calificación.
Michael Caine salva la película de la vergüenza ajena completa junto con Denholm Elliot y su Selsdon, quizá porque ambos tienen las mejores frases y además son actores británicos. Nada más que decir. De alguna manera, el humor involuntario del director Lloyd cuando se ríe de su propia obra que no hace ni pizca de gracia tiene más efecto que el cúmulo de gags sin ton ni son. Repito que el humor debe tener lógica.
Del mismo modo, se me ocurre viendo «¡Qué ruina de función!» la importancia del background bien entendido. Saber de dónde viene o qué caracteriza a un personaje ayuda a predecir su reacción o comportamiento dada una situación, lo que contribuye a la risa. Me explico: de Selsdon sabemos antes de conocerlo que tiene problemas con la bebida, lo que ya te prepara para imaginar el desastre que puede producirse en la función. Esto es bueno, porque es lógico y además refuerza la idea de rol y jerarquía, concepto con el que trato de definir la complejidad que supone caracterizar a un personaje y las relaciones que establece con el resto.
En fin, que un par de carcajadas sinceras en una hora y cuarenta minutos no compensa, sobre todo porque te has tenido que tragar un primer cuarto horroroso y multitud de disparates que no hacen gracia. Yo no pagaría por ver esto.
Michael Caine salva la película de la vergüenza ajena completa junto con Denholm Elliot y su Selsdon, quizá porque ambos tienen las mejores frases y además son actores británicos. Nada más que decir. De alguna manera, el humor involuntario del director Lloyd cuando se ríe de su propia obra que no hace ni pizca de gracia tiene más efecto que el cúmulo de gags sin ton ni son. Repito que el humor debe tener lógica.
Del mismo modo, se me ocurre viendo «¡Qué ruina de función!» la importancia del background bien entendido. Saber de dónde viene o qué caracteriza a un personaje ayuda a predecir su reacción o comportamiento dada una situación, lo que contribuye a la risa. Me explico: de Selsdon sabemos antes de conocerlo que tiene problemas con la bebida, lo que ya te prepara para imaginar el desastre que puede producirse en la función. Esto es bueno, porque es lógico y además refuerza la idea de rol y jerarquía, concepto con el que trato de definir la complejidad que supone caracterizar a un personaje y las relaciones que establece con el resto.
En fin, que un par de carcajadas sinceras en una hora y cuarenta minutos no compensa, sobre todo porque te has tenido que tragar un primer cuarto horroroso y multitud de disparates que no hacen gracia. Yo no pagaría por ver esto.
14 de octubre de 2022
1 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mira que ayer mismo alabé el cine de los "ochenta largos", que incluye parte de los años setenta y casi toda la década de los noventa, y resulta que con esta película me encuentro con una castaña. Pero claro, las reglas tienen sus excepciones y no todo lo que se rodaba hace unos lustros debe ser necesariamente bueno. "¡Qué ruina de función!" no lo es evidentemente y da un poco de rabia porque tiene varios elementos para que se hubiera vuelto desternillante. De hecho, te acaba arrancando unas risas, tres o cuatro, no creáis que más, sobre todo en su recta final en un claro ejemplo de ir de menos a más con lo que te termina dejando un sabor de boca regular. Pero el primer acto es horrible y aunque luego mejora algo, nunca consigue levantar mínimamente el vuelo. Con razón fue un rotundo fracaso en taquilla en aquel 1992, recaudando unas seis veces menos de lo que costó.
Pues bien, entonces, ¿cuáles son los errores de "¡Qué ruina de función!"? Para empezar, que la adaptación de la obra de teatro en la que se basa se me antoja demasiado literal, un corta y pega que no ayuda en absoluto a meterte en ambiente. Por ejemplo, en vez de empezar a saco, hubiera sido mucho mejor que se presentara la obra en sí, a los personajes y situaciones, por ejemplo, en una lectura de guión común. Así nos hubiéramos ahorrado de paso el espantoso primer tercio de la función. Más grave aún es que Peter Bogdanovich no deja de pisar el acelerador a costa de todo lo demás y el resultado es un trabajo demasiado atropellado y mareante, que depende de una verborrea continúa y poco natural, y encima, muy tonto. A esta obra le hace falta mucha más pausa, más jugar con las propias situaciones que realmente invitan a ello, más gestualidad y más inteligencia.
Pues bien, entonces, ¿cuáles son los errores de "¡Qué ruina de función!"? Para empezar, que la adaptación de la obra de teatro en la que se basa se me antoja demasiado literal, un corta y pega que no ayuda en absoluto a meterte en ambiente. Por ejemplo, en vez de empezar a saco, hubiera sido mucho mejor que se presentara la obra en sí, a los personajes y situaciones, por ejemplo, en una lectura de guión común. Así nos hubiéramos ahorrado de paso el espantoso primer tercio de la función. Más grave aún es que Peter Bogdanovich no deja de pisar el acelerador a costa de todo lo demás y el resultado es un trabajo demasiado atropellado y mareante, que depende de una verborrea continúa y poco natural, y encima, muy tonto. A esta obra le hace falta mucha más pausa, más jugar con las propias situaciones que realmente invitan a ello, más gestualidad y más inteligencia.
27 de octubre de 2007
26 de 158 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine es, posiblemente, el arte más difundido durante el siglo XX a lo largo del mundo más industrializado, incluso se ha ganado el privilegio de formar parte del panteón de artes sancionadas por el público, en definitiva, el cine ha ocupado el lugar que antaño ocupó la literatura, las bellas artes etc.. Sin embargo, el cine no es más que un instrumento de embotamiento generalizado que al difundirse masivamente y además depender del comercio, es decir, de la oferta-demanda, ha tenido que conciliar el aspecto artístico con el aspecto comercial.
Sobra decir que a la gente le gusta la mierda (vease : que mierda no es usada despectivamente por el autor sino que pretende ser únicamente descriptiva, vease además: que el uso de "mierda" es metafórico pues toda adjetivación es metafórica, es más, el lenguaje es metafórico siempre. Vease finalmente: que la gente no es un colectivo pues es un término abstracto y, además, al no decir "toda la gente" sino "gente" a secas no puede interpretarse como un insulto a nadie dado que ese alguien agraviado puede considerarse fuera del grupo de la "gente", es decir, de la generalidad), por tanto, hay que sacrificar el valor artístico en favor del valor comercial y dado que, repito, a la gente le gusta la mierda para la gente se producen cada año un montón de cintas de mierda donde se expone la más ridícula, bochornosa y abyecta (y ominosa y lamentable) mierda dispuesta, en forma de cinta de cine, para ser devorada por gente cuya aspiración es el embrutecimiento absolutamente bestial de sus intelectos logrando, veladamente, atajar, de esa manera, toda la incertidumbre y angustia que la propia existencia causa en nosotros.
Sobra decir que todo esto es una humilde introducción a una película que, cumpliendo con el canon establecido por el público (no "todo el público"), es una absoluta, bochornosa, abyecta y embrutecida mierda ( y lamentable y ominosa). Esta mierda ("mierda" como metáfora), que me fue recomendada por un amigo que, sin duda, me deseaba el mal, con lo cual no puede ser considerado un amigo, o quizá, por un amigo que se considera mi amigo pero que, realmente, no es mi amigo sino que, francamente, me desea el mal pese a que lo enmascara creyéndose mi amigo, me ha causado serios problemas para continuar mi vida cotidiana después de verla. Porque ver esta película es un absoluto y total sacrificio que sólo desde un esfuerzo total y permanente frente a la pantalla puede lograrse, aún sacrificando, no sólo el tiempo, sino la dignidad que como persona merezco. El título ya era del todo sospechoso, dado que el teatro es el sano precursor del cine, podría entenderse como una aseveración velada de que detrás de esta película se esconde una empresa ruinosa, abyecta, embrutecedora y lamentable... en efecto, así es.
Sobra decir que a la gente le gusta la mierda (vease : que mierda no es usada despectivamente por el autor sino que pretende ser únicamente descriptiva, vease además: que el uso de "mierda" es metafórico pues toda adjetivación es metafórica, es más, el lenguaje es metafórico siempre. Vease finalmente: que la gente no es un colectivo pues es un término abstracto y, además, al no decir "toda la gente" sino "gente" a secas no puede interpretarse como un insulto a nadie dado que ese alguien agraviado puede considerarse fuera del grupo de la "gente", es decir, de la generalidad), por tanto, hay que sacrificar el valor artístico en favor del valor comercial y dado que, repito, a la gente le gusta la mierda para la gente se producen cada año un montón de cintas de mierda donde se expone la más ridícula, bochornosa y abyecta (y ominosa y lamentable) mierda dispuesta, en forma de cinta de cine, para ser devorada por gente cuya aspiración es el embrutecimiento absolutamente bestial de sus intelectos logrando, veladamente, atajar, de esa manera, toda la incertidumbre y angustia que la propia existencia causa en nosotros.
Sobra decir que todo esto es una humilde introducción a una película que, cumpliendo con el canon establecido por el público (no "todo el público"), es una absoluta, bochornosa, abyecta y embrutecida mierda ( y lamentable y ominosa). Esta mierda ("mierda" como metáfora), que me fue recomendada por un amigo que, sin duda, me deseaba el mal, con lo cual no puede ser considerado un amigo, o quizá, por un amigo que se considera mi amigo pero que, realmente, no es mi amigo sino que, francamente, me desea el mal pese a que lo enmascara creyéndose mi amigo, me ha causado serios problemas para continuar mi vida cotidiana después de verla. Porque ver esta película es un absoluto y total sacrificio que sólo desde un esfuerzo total y permanente frente a la pantalla puede lograrse, aún sacrificando, no sólo el tiempo, sino la dignidad que como persona merezco. El título ya era del todo sospechoso, dado que el teatro es el sano precursor del cine, podría entenderse como una aseveración velada de que detrás de esta película se esconde una empresa ruinosa, abyecta, embrutecedora y lamentable... en efecto, así es.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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