El mensajero del miedo

He de reconocer que me ha sorprendido el planteamiento arriesgado de esta película y la solvencia con la que sabe llegar hasta el final. No niego, nadie lo haría, que la historia es un tanto rocambolesca, compleja, pero no nos quedemos en la superficie. El tema de fondo a pesar de lo que pudiera parecer está hoy en día de plena actualidad. Sí, amigos lectores, no seamos ingenuos o torpes, -no sé que es peor-, por que, bajo mi punto de vista, lo que el director nos propone tiene y debe tener múltiples lecturas. La manipulación a escala global en busca de un propósito, noble o innoble, plantea muchas otras interrogantes. ¿Que esta historia que narra la película se haya podido producir ya?, seguro, que se haya o se esté intentando llevar a cabo en la actualidad, convencido. Quizás los poderes fácticos sean mucho más sibilinos -malvados- a la hora de imponernos esa manipulación, adormecernos para luego ser utilizados como simples marionetas. Observen España y verán algo muy parecido a los personajes de esta película. Puede que a determinados españoles no se les esté implantando físicamente un chip, pero sus mentes están tan manipuladas como la de estos pobres soldados. Nuestra sociedad sin valores es cada vez más uniforme, como desean los poderosos que nos gobiernan -manipulan-. Impedir que nos coloquen ese chip es tarea de todos aquellos que presentaremos batalla, que no nos doblegaremos ante este abyecto poder político e ideológico que desde un sector de la sociedad nos quieren imponer al resto. Amigo, si aún está pensando en abstracto y no ha caido en que la verdadera lectura de esta película le está afectando a usted, españolito medio, que es usted la víctima de este insufrible poder absoluto conocido como "mátrix progre", es usted un imbécil o un necio. El error sería pensar en lo contrario, divagar en lo intangible. Recuerde que los malos tienen nombre y rostro, y que están más que identificados.

Con "El mensajero del miedo" estamos ante un thriller que nos presenta una historia de ficción con el trasfondo electoral y empresarial norteamericano más común; el dinero, el poder y las influencias. La película nos narra cómo una unidad de soldados asaltados en Kuwait en la década de los 90 es protagonista de un escándalo que atañe a las más altas esferas del país, en la que no faltan ingredientes como la manipulación mental, los asesinatos ordenados y ejecutados subconscientemente y los continuos flash-backs.

El guión del filme, a pesar de estar inspirado en una novela, cojea de ambas patas. La película no logra transmitir un ritmo trepidante casi en ningún momento, haciendo que el cansancio se apodere del espectador. Las dos horas que dura parecen más bien cuatro y la historia va decayendo hasta llegar casi a un punto en el que el final empieza a importar más bien poco.

La puesta en escena es pobre también. La producción parece más bien la de un telefilme que la de una película que haya pasado por cartelera cinematográfica, encontrándonos con decorados cutres y actores que se pasean por la pantalla con más pena que gloria, destacando los únicos veteranos Meryl Streep y Denzel Washington. Fundidos en negro que intercambian las escenas entre sí, formato más televisivo que cinematográfico y una idea surrealista y plasmada de forma pobre nos traen una película prescindible en la carrera de estos actores.

Prometedor, forzado y tramposo remake cinematográfico camuflado de la novela de Richard Condon, con un poderoso reparto bajo la dirección del habitualmente efectivo, Jonathan Demme.

Esta versión sitúa la acción bélica en una misión llevada a cabo en la guerra del golfo y de la emboscada que sufrió un pelotón en el desierto kuwaití y de las secuelas que les dejó en forma de tormentos personales.

Me resultó imposible ver la película sin entrar en comparaciones con la versión clásica ofrecida por John Frankenheimer en 1962.

Jonathan Demme, apuesta por una incursión en un relato básico y endeble, con el que poner en marcha todos sus conocimientos en ambientación para la manipulación social.

Todo es cuestión de enfoque y por ello es importante recordar que es una manera de ver las cosas o las ideas y en consecuencia también de tratar los problemas relativos a ellas.​

El mensajero del miedo (2004), queda como el ejemplo perfecto de película pretenciosa bien elaborada que pierde el mensaje entre enfoques y movimientos de cámara.

Quiero decir, comprendo de qué va "El mensajero del miedo", no hay que ser astrofísico para ello, pero lo sé porque es obvio y no porque la película me lo cuente. La película pasa de mí, de hecho.

Tampoco le ayuda que se crea, la película, más interesante de lo que es. Para muestra, un guión fastuoso que aborrecerá al más despierto, sobre todo en boca de una Meryl Streep pasadísima de vueltas. Cada día estoy más en desacuerdo con aquellos que afirman que es la mejor actriz de la historia, más aún cuando comparte generación con Weaver, Sarandon, Lange o Field... A Jon Voight es un placer verle, como a Denzel Washington. Aunque no entendamos ni qué dicen ni qué hacen.

De lo poco plausible de "El mensajero del miedo" es comprobar cómo la dirección de "El silencio de los corderos" está presente, en especial en esos primeros planos durante algunas conversaciones. Si éstas hubiesen sido interesantes ya hubiese sido la repanocha. Conjunto irregular, sin cohesión y con exceso de osadía, convirtiéndolo en un engendro fallido vagamente recomendable.

Una película muy correcta, muy entretenida, bien interpretada, y que todo se entiende perfectamente hasta el final totalmente precipitado donde no te explican nada y no sabes lo que ha pasado. El resto viene el los spoilers.