¿Dónde está mi cuerpo?

Pese a haber dispuesto de 52 semanas para su difusión, es muy habitual que el estreno de algunas de las mejores películas de la temporada se acumulen a final del año. Las rescatadas del circuito de festivales, o las elegidas para ser festejadas en la campaña de premios, que teniendo en cuenta la variedad tal de ventanas de difusión de nuestros días que algunas ni siquiera llegan a estrenarse en salas de cine. Estreno en salas, en algunos de estos casos, meramente anecdótico, proyectando el filme en un puñado de salas de cine un par de semanas antes de su llegada a la plataforma de suscripción para poder así optar a la temporada de premios. Nos referimos, como habréis podido imaginar, a los últimos estrenos de prestigio de la gigante Netflix. La gran empresa estadounidense ha visto en 2019 el año definitivo de su asalto y dominio al panorama cinematográfico internacional. En este inconmensurable final de 2019, se han apuntado un tanto con varias buenas películas. Y de una de ellas vengo a escribiros hoy, la que sin duda pasará más desapercibida. Es la película de animación francesa ¿Dónde está mi cuerpo?, reconocida con el premio a Mejor Película en la Semana de la Crítica del último Festival de Cannes. Una de las películas más aplaudidas de la última edición del Festival, y una de las últimas películas de la cosecha de 2019 que ardía en deseos de ver. No pude descubrirla en una sala de cine, pero me apresuré a desentrañarla desde el sofá tan pronto como estuvo disponible. Y sólo me corresponde compartir mi entusiasmo hacia una de las películas del año. Un genuino retrato de la soledad y la depresión con toques de género con puntuales excesos melodramáticos, pero creativa, tensa, incómoda y muy emotiva.

Tenía apuntada esta cinta de animación francesa desde hace un tiempo, y es ahora cuando ha llegado a Netflix. Avalada por la crítica, sabía más o menos a lo que venía, esperando un producto de esos de difícil digestión y no apto para todos los públicos.

Ha sido eso, pero también mucho más lenta y aburrida de lo que esperaba (dura menos de ochenta minutos), siendo un largometraje fallido y seguramente una de las peores películas de 2019. Pero vayamos por partes.

Lo mejor de la película es la animación, de lejos. Sobresaliente y diferente a lo visto hasta el momento, es una maravilla digna de verse, aunque el flojo guion no acompañe en absoluto.

Si me preguntan que es lo segundo mejor de la cinta, diré que la estupenda banda sonora. Después de esos dos elementos no queda nada más que el aburrimiento absoluto ante una historia que hubiese funcionado mucho mejor como cortometraje que no como un largo que se hace eterno, a pesar de que dura un suspiro. 

Y es que la premisa de una mano que va en busca de su cuerpo puede tener gracia diez minutos, pero luego pierde el sentido, aparte de que esa búsqueda ocupa medio metraje y no va a ningún lado, ya sea en el transcurso del viaje o en el desenlace. Un despropósito. 

El problema es que se abusa mucho de los planes fijos y los silencios, que harían las delicias de cualquier director gafapasta que quiera ir de profundo. Ojo, aplaudo que Netflix apueste por este tipo de propuestas y sé que tienen su público, pero no considero necesario estar mirando a la nada durante varios minutos para intentar transmitir algo, siendo un producto pretencioso y totalmente fallido.

En honor a la verdad, diré que hay un par de momentos y diálogos bastante logrados, y que si la película hubiese seguido esa senda, estaríamos hablando de una gran película de animación, pero se prefiere apostar por la metáfora (más sencilla de lo que se pretende) y el sopor, algo que disgustará y quebrará la paciencia de más de uno.

Y ojo, estoy seguro que si este experimento se hubiese estrenado en los 70 o los 80, estaríamos hablando de un clásico de culto, pero a estas alturas del cuento no cuela, y seguramente pase desapercibido, como tantos otros proyectos que quieren ir más allá, cuando en realidad ofrecen poco o nada y se olvidan en unos meses.

En conclusión, estamos ante una película pedante y muy aburrida, en la que sólo se puede destacar su fabulosa animación (es una pena que se desperdicie en esto) y su estupenda banda sonora. El resto... mejor olvidarlo. No sé si estaría entre lo peor del año, pero entre lo más aburrido seguro. Prescindible.

Más críticas: ocioworld.net