En los 90

En el mar posmoderno por el que navegan las imágenes que nos rodean hoy, es posible rastrear un tipo muy concreto: ese que apela a la(s) nostalgia(s). Estas imágenes se pueden, a su vez, jerarquizar de diferentes maneras. Las hay que provocan recuerdos de películas ahora insertados en una nueva – ‘Vengadores: Endgame‘ (Anthony Russo, Joe Russo, 2019) – o las que habitan personajes más que reciclados en las que apenas queda un pequeño retrogusto de lo que fueron pero que siguen generando el tirón suficiente para su consumo – ‘Toy Story 4‘ (Josh Cooley, 2019), pasando por las que están milimétricamente construidas a partir de guiños a supuestos momentos gloriosos del pasado cuyo único propósito son las de contextualizar superficialmente una historia – ‘Stranger Things’ (The Duffer Brothers, 2016) -. ‘En los 90‘, tiene uno de los pies fuera de esta clasificación, porque, aún siendo concebida dentro de esta vertiente nostálgica, aprovecha sus recursos para acercarse lo más fielmente a una época perdida, sin paternalismos ni propósitos edificantes.

Filmada en un granulado 16 mm y en pantalla cuadrada (1:1,33), apuesta que reivindica la tradición underground del cine independiente norteamericano, que homenajea los pasos de Richard Linklater por los suburbios de la ciudad de Austin (‘Slacker‘, 1990), la película dibuja a un grupo de adolescentes perdidos que viven en Los Ángeles, cuya estrecha comprensión del mundo que les rodea se refleja en las dimensiones restringidas del encuadre. La narración, más que a una historia anecdótica del montón, se acerca al estudio relajado de las emociones incipientes de los adolescentes y sus continuos intentos de definirse a sí mismos. ‘En los 90‘, como sugiere su título, se apoya en la nostalgia milenaria de la década de los 90, que por encima del drama, hábilmente prioriza la comedia sobre el retrato extremadamente convincente de sus personajes.

El filme se centra en Stevie, un niño en la cúspide de la pubertad que está confundido por sus hormonas y cegado por la vaga impresión de que ha llegado su momento de desarrollar una personalidad. Stevie vive aterrorizado por el violento de su hermano pero a su vez está fascinado por sus gustos eruditos, entrando a hurtadillas cuando no se encuentra en casa para descubrir con el asombro de un arqueólogo los afiches, la ropa de marca y las cintas de cassette de su hermano mayor. La cámara siempre se mantiene fiel a su protagonista, que en un momento de valentía por cruzar el umbral de la habitación, acompaña por detrás con un pequeño travelling y en un ligero contrapicado, mientras una música casi eclesiástica celebra el acto del pequeño. Stevie se encuentra en pleno proceso de una creación identitaria, y en la ausencia de su búsqueda propia, llama la atención de otros para que lo ayuden a encajar.

Stevie encuentra a estas personas en un grupo de skaters: el líder Ray, el jefe de todos los problemas Fuckshit, el cineasta en ciernes Fourth Grade y el más novato Ruben. Stevie está fascinado por estos chicos, despreocupados por lo que otros piensen de ellos y que hacen del skate, más que una forma de vida, el epicentro de la hermandad que han creado. El patinete funcionará para Stevie como metáfora para enfrentarse a la vida, no solo para ser aceptado dentro del grupo, pero también como descripción de toda la generación a la que pertenece, que se mueve zigzagueante y sin un rumbo definido.

Hill rueda los conflictos y posteriores reconciliaciones del grupo con una gran capacidad de síntesis (le cuesta a quien esto escribe pensar en otro accidente de coche rodado con tan solo tres planos) que hace que la película fluya casi al ritmo de su protagonista. Para el ejercicio de síntesis, Jonah Hill se vale, de forma nostálgica y a veces de manera demasiado reiterada y autocomplaciente, como si un pequeño Xavier Dolan emanara desde detrás de la cámara, de largas secuencias musicales que aglutinan la voz grave de Morrissey, las pegadizas sintonías del teclado electrónico de Herbie Hancock y los Pixies, archiconocidos para el acompañamiento de imágenes dentro del medio cinematográfico.

En el mar de imágenes nostálgicas, ‘En los 90’ bucea como un pequeño pececillo que, a contramarea, se las arregla para salir de su zona de confort. Sabiendo que la nostalgia suele allanar el camino aligerando el discurso de quien lo usa, Jonah Hill firma en su ópera prima un honesto y contundente coming of age que evita cualquier tipo de moralina.

No se asusten por el abominable título, aquí no vamos a encontrar una panoplia iconográfica de aquellos años, ni una sucesión de personajes cliché en su último año de escuela, ni un vestuario exagerado, ni una película para friquis del skate.
En estos chicos encontramos una visión desalentadora, un atrapa el momento, exprímelo en estos años con fiestas y aficiones antes de pasar al deprimente modo adulto, todo con un tono dramático de esa cuesta abajo en la que se dejan llevar.
Nuestros protagonistas vaguean, se divierten, patinan, tienen sus códigos adolescentes para conocer su lugar en el grupo, rebosan testosterona (fisiológicamente lógico a esa edad) y tienen sus problemas familiares que los hacen sentirse entre ellos como una verdadera familia.
El montaje tiene algo de caótico, de abrupto al entrelazar escenas, incluso las subtramas no se resuelven, ni necesariamente tiene que ser así, lo que no afecta al fluir de la historia que por otra parte su brevedad hace justicia para que nada sobre.
A no perderse el diálogo, con más hondura y filosofía de la que parece, entre un agradecido sin techo y nuestros chicos.
Pues si esto trata de los noventa y el skate, la banda sonora debería estar repleta de éxitos grunge y hardcore, pues también nos equivocamos. Su música es más refinada, concebida por un entendido que sabe colocar los temas adecuados a lo que piden las escenas sin darnos la impresión de estar viendo vídeos musicales. Y además por el solo hecho de incluir a las increíbles Esg tiene ganada mi simpatía, así que abro un hueco en el salón y me contorsiono al ritmo de Dance para inspirarme antes de escribir esto.

Soy un usuario corriente, ni soy critico, ni me las doy de "entendido", no miro que director las dirige ni el presupuesto de las pelis.
Dicho esto, la película es la definición de la nada, para el usuario medio que busca en las películas un poco de distracción, que le cuenten una historia que te deje con un gusto al final, sea bueno o malo, la película en cuestión te deja sabor a NADA, no hay historia, empieza bien, vas tomando contacto con el personaje principal y cuando esperas que se desarrolle algo la peli termina, si alguien te pregunta de que va la peli seguramente puedas contestar "ni idea, pues el dia a dia de un chaval".

“MID90S”

Año: 2018
Director: Jonah Hill
País: EEUU
Calificación: 9/10

Es bien cierto que el debut como director de Jonah Hill es sencillo, con poco riesgo, y muy arquetípico, pero es esa sencillez y honestidad lo que hace buena a "Mid90s", en una temática ya tocada antes por otras películas como "Los Amos de Dogtown", por lo que no hace falta inventar nada nuevo.

La película contiene bastantes puntos graciosos y visualmente bonitos y, cuando le toca ponerse dramática, no lo hace con exceso, por lo que estoy seguro de que hará las delicias de los que, como yo, crecimos en los 90.

Muy poco se ha hablado del debut en la dirección del actor Jonah Hill, visto en infinidad de comedias como la estupenda "Supersalidos (Superbad)", la cual le dio la fama, o las dos entregas de "Infiltrados en Clase", por citar un par de ejemplos.

Como ya digo, esta cinta no ha despertado el interés del público (apenas ha recaudado migajas), y la crítica tampoco ha quedado muy fascinada (76% en Rotten Tomatoes).

La película nos cuenta la infancia de Steve, un joven de 13 años que vive en Los Ángeles, y de su amistad con un grupo de skaters. Y todo ello en el marco de la (estupenda y menospreciada por muchos) década de los 90.

Ahora mismo no recuerdo que se hayan hecho, recientemente, muchas películas sobre dicha época, pero la verdad es que se agradece, ya que la moda está en la de los 80 (igual de fascinante, todo sea dicho).

Jonah Hill le plasma a la película un toque 90's fabuloso, con multitud de referencias (guiños a videojuegos incluidos), y todo con un toque independiente. Estoy casi seguro que ha utilizado filtros o una cámara del cine de esa época, porque luce exactamente igual, y considero que es un acierto, para transportarte (de nuevo) a dicha época.

Por lo tanto, a pesar de que se nota el bajo presupuesto, la película está bien dirigida. En cuanto al guion, también del propio Hill, está bastante logrado, y vuelve a recordar a esos años, con diálogos y situaciones que hacen añorar dicha época (aunque la historia suceda en Estados Unidos). 

Los personajes están bien dibujados (sobe todo el de Ray) y la película tiene tanto momento divertidos como dramáticos, en una buena combinación de géneros (aunque la película tira más a esto último).

En cuanto al reparto, todos están geniales, con algún rostro conocido (la madre), y cumplen con creces, sobre todo los más jóvenes del reparto, con especial mención a Sunny Suljic, el niño protagonista. Se nota el buen casting por parte de Hil.

Estamos ante una película correcta, donde se nota que Jonah Hill ha puesto mucho cariño y parte de su infancia y adolescencia. Y la verdad es que me sorprende que no este siendo más aplaudida y reconocida en festivales de premios (Globos de Oro, Oscars...), donde va a pasar desapercibida sin una sola mención. 

Ojo, la película no es nada del otro mundo, pero han sido mucho más aplaudidas películas convencionales y (para un servidor) peores, como "Boyhood" (sobrevalorada hasta el extremo, y que casi se lleva un Oscar a casa, cuando ya nadie la recuerda) o la reciente "Roma", de Cuarón, que se va a llevar todos los premios habidos y por haber, y a la que dejan como una de las mejores películas de los últimos años.

Y es que, en aquellas, presenciábamos la vida de un niño y su crecimiento (todo desde un prisa de frialdad y nula emoción), y la vida de una sirvienta en el México de los 70, donde no sucedía casi nada relevante. Si aquellas han sido tan aplaudidas, ¿por qué esta no? Y encima esta es mejor que cualquiera de esas dos.

Al menos en esta tenemos valores como la amistad, la madurez, la nostalgia (sin trampas, como otros productos que se piensan que por hacer una película en los 80 ya van a ser aplaudidos), y muchos otros elementos que la convierten en un producto más que logrado.

Como ya digo, no es ninguna obra maestra (y dudo que lo pretenda, al contrario de las dos mencionadas), pero si buen cine independiente (no de ese en el que no sucede nada). Buen trabajo, Jonah Hill, me quedo con ganas de ver tu siguiente proyecto. Pocas películas hay tan representativas de esa época. Una carta de amor a la amistad y a los geniales años 90.

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